Riddick

Crítica de Iván Ramiro - EscribiendoCine

Fuga en el siglo XXI

Riddick (2013) va y viene. Sube y baja con la misma arbitrariedad. Oscila entre dos caminos de una misma bifurcación fílmica. Uno profundiza la consistencia despojada de su primera parte. El otro se empeña en destruirla a través de convenciones anacrónicas y lugares comunes execrables. La película empieza muy bien, goza de una introducción sólida y escueta. Austera, se podría decir, como su protagonista. Con la sencillez y brutalidad de Riddick. Aquel antihéroe ambiguo, sádico o misericordioso en arrebatos provocados por las mismas motivaciones.

¿Qué impulsa a Riddick? ¿Qué estándares lo conducen? En su amorfo criterio moral, en el seno de lo impredecible, es donde reside todo su poder. Como Clint Eastwood en la trilogía del dólar, como Mel Gibson en la trilogía Mad Max. Son leyendas del mismo carácter, anónimas, e intrínsecamente deambulatorias. Quizá en su naufragio busquen algo, quizá sólo sean presos de las circunstancias.

Al estar supeditada a esta fractura entre dos planteamientos narrativos excluyentes, esta tercera entrega de la saga que comenzó por allí, a principio de siglo, con La Batalla de Riddick (Pitch Black, 2000), sufre de una ciclotimia tiránica que dispone de los tiempos y las instancias argumentales intercalando sin ningún tipo de lógica momentos álgidos y absorbentes y sumergiéndose en intervalos de laxitud y tedio que pretenden destruir todas las virtudes que con tanto cuidado consolidaron un rato antes. Por momentos es el mejor tipo de Ciencia Ficción, la que sin esfuerzo va insinuando pequeños vestigios de la configuración de su universo, posibilitando la construcción mental y el relleno de espacios vacíos en el espectador sin caer en explicitudes, como Mad Max 2, El Guerrero de la Carretera (Mad Max 2, 1981). También posee lapsus de retrocesos en donde se transforma en la peor ciencia ficción, como El Sexto Día (The 6th Day, 2000), con su artificialidad y pseudo pulcritud.

¿Qué prevalece? Lo bueno, claro está. Además de Vin Diesel en un papel que le sienta perfecto, su compañía no dista mucho de ser ideal. Katee Sackhoff, reina del sci-fi, la gigantesca “Starbuck” de Battlestar Galactica (2003-2009), Karl Urban, breve pero presente y el multifacético Jordi Mollà conforman el elenco secundario con mucha precisión y efectividad.

Luego de ser coronado líder de los necromongers, el criminal convicto Richard B. Riddick es puesto en un aprieto en donde la única alternativa es resignar su cargo y volver a su planeta de origen. Riddick cumple su parte del trato pero es traicionado por Vaako (Karl Urban), quien planea sin éxito su asesinato. Abandonado en la intemperie, dado por muerto, Riddick debe encaramarse en la cadena de depredadores del nuevo planeta desolado que lo tiene como habitante forzado y procurarse una improvisada vía de escape.

“Trilogía” probablemente pruebe ser una condición transitoria para definir las etapas de esta historia. Esta secuela de secuela, que muchos presagiaban como la última, presenta un final sin mucha contundencia o seguridad, dejando paso, seguramente, a nuevos y más o menos intensos periplos futuristas.