Exiguo factor de riesgo y típica película de Liam Neeson, de cara a su próximo rescate imposible bajo la forma de una odisea glaciar. Viaje a contrarreloj de un hombre ordinario, quien se verá expuesto a vicisitudes extraordinarias. Supera el presente film lo ofrecido por el inoxidable actor irlandés en la reciente “La Frontera”, quien continúa calzándose las ropas de héroe moderno de valores insobornables. En la presente ocasión, lo hace explorando territorios nevados similares a su anterior «Cold Pursuit», adaptación de Hans Petter Moland, sobre su propia película de 2014, «In Order of Disappearance». Autor de epítomes de la narrativa de aventura, intriga y catástrofe más reconocible de la década del ’90 («Con Air», «Armageddon»), Jonathan Hensleigh abunda en su nueva propuesta al clima claustrofóbico, el vértigo incesante y el frío polar de indiscutible factor, para conformar las bases conceptuales de este ejemplar sinónimo de blockbuster y reciclaje de anteriores incursiones del género de acción comercial más convencional. El director de «The Punisher» (su ópera prima, en 2004) nos trae la remanida historia que recupera el modelo calcado del hombre fuerte, implacable e indestructible que se sobrepone a las más crudas adversidades. Basada en «El Salario del Miedo» (1953, Henri Georges Cluzot), su peso específico gira en torno al carismático Neeson, dueño de un subgénero cinematográfico por sí mismo. El plot twist que sobrevendrá cumplirá con la regla implícita del género. Utilizando la tecnología CGI, con resultado dispar que resiente la verosimilitud del film, «Riesgo Bajo Cero» ofrece entretenimiento a raudales, prescindiendo de toda lógica argumental. El hielo se agrieta bajo nuestros pies. La posteridad cinematográfica jamás fue parte de la misión para el enjundioso hombre de acción.