Riesgo bajo cero es la última película de Liam Neeson, en la que interpreta a un camionero que debe atravesar un lago congelado. Está escrita y dirigida por Jonathan Hensleigh, guionista de varias películas de acción taquilleras durante la década del 90, y completan el elenco Amber Midthunder, Marcus Thomas, Benjamin Walker y Laurence Fishburne, entre otros.
La historia contiene todos los lugares comunes del cine catástrofe, ya que Mike McCann (Neeson) y su equipo deben atravesar con sus camiones muchos kilómetros sobre un lago congelado. Van para llevar los equipos que permitan el rescate de un grupo de mineros atrapados por un derrumbe antes de que se les acabe el oxígeno.
Resulta inevitable la comparación del argumento de esta película con el de El salario del miedo, clásico del cine francés, pero la diferencia con éste se encuentra en el mal manejo del suspenso. Lo que, sumado al flojo desarrollo de los personajes, especialmente los encerrados en la mina, no generan la empatía necesaria con el espectador para captar el interés necesario en la trama. Se desaprovechan así algunos buenos recursos narrativos, como es la banda sonora de Max Aruj.
Porque lo que más llama la atención es cómo se desaprovecha a Liam Neeson, quien demostró ser el actor indicado para este tipo de personajes rudos, cuya nobleza los lleva a tomar decisiones heroicas, como su Brian Mills de la trilogía de Búsqueda implacable, por ejemplo. Se lo hace pronunciar líneas de diálogo ridículas, o realizar acciones inverosímiles que no tienen consecuencias en las escenas siguientes, convirtiéndose en excusas para mostrar momentos de riesgo desconectados del resto.
En conclusión, Riesgo bajo cero es una película que no funciona, a pesar de contar con un argumento interesante, porque se hace un mal manejo del suspenso. Lo que, sumado a la falta de empatía que generan sus personajes, no captura el interés del espectador, provocando un aburrimiento que no cambia a pesar de las diversas escenas de acción.