Una explosión en una mina en Manitoba atrapa a 26 mineros. Mike McCann (Liam Neeson) y su hermano Gurty, un veterano de la guerra de Irak que sufre de trastorno de estrés postraumático, se quedan sin su trabajo como camioneros. Entonces aceptan la misión casi suicida de atravesar largos caminos de hielo que pronto se romperán para llevar las grandes piezas que permitan rescatar a los mineros. Tres camiones viajan con el mismo material, por si dos de ellos no llegan. La recompensa monetaria es grande, como también las posibilidades de morir en el camino. Pero el hielo es solo uno de los muchos problemas que encontrarán.
Liam Neeson se instaló hace rato como héroe de acción. Su talento actoral, su voz y su estatura lo hacen un protagonista creíble para esta clase de films. Filma uno tras otro y, salvo excepciones, ninguno es malo. No todos son buenos tampoco, dicho sea de paso. Riesgo bajo cero recuerda el concepto de películas como El salario del miedo (1953) o su fantástica remake Sorcerer (1977) pero queda muy lejos de estos dos grandes filmes. Deambula entre la denuncia y la acción, con no pocos momentos de drama. Es un ejemplo perfecto de película despareja. Por momentos tiene grandes momentos de suspenso y en otros se pierde en situaciones ridículas sin sentido. Al forzar la lógica de las situaciones gana en ocasiones y pierde en otras. Consigue poner al espectador al borde de la butaca para más tarde perderlo por completo. Esos buenos momentos la hacen entretenida y Liam Neeson sigue entrega