La nueva película de Woody Allen no es más que otra película de Woody Allen. ‘Rifkin’s Festival’ tuvo el privilegio de estrenarse el año pasado en el Festival de Cine de San Sebastián. Por lo que un sector seleccionado pudo disfrutar del nuevo film de Allen. Es en ese mismo festival donde ocurre la historia. Este evento, reúne estrenos y proyecciones especiales de películas mayormente europeas. Toma lugar en España, más específicamente en el municipio de San Sebastián. Una semana al año, la ciudad se llena de cultura cinematográfica y es testigo de la llegada de artistas del cine y productores importantes.
Woody Allen toma San Sebastián y lo hace suyo. Como ya lo había hecho antes, con ‘Midnight in Paris’ (2011), Allen no solo hace enamorar al espectador de una ciudad, sino que la pone como un personaje más. El lugar donde toman las acciones de sus películas es importantísimo a lo largo de su filmografía. Mayormente Nueva York, pero ya sabemos que el director no le hace asco a ninguna ciudad, y si viene con oportunidades de filmar, mejor.
El film nos cuenta la historia de Mort Rifkin, un exprofesor de cine aspirante a escritor que acompaña a su mujer al reconocido Festival de Cine de San Sebastián. Allí, empieza a sospechar que su esposa está teniendo una aventura con Phillipe, un joven director que es representado por la mujer de Mort. La película está protagonizada por Wallace Shawn, y es acompañado por Gina Gershon, Louis Garrel, Elena Anaya y la participación especial de Christoph Waltz. Con este cast, Woody Allen entrega -como lo hizo en toda su carrera- una historia fresca y nueva. Retoma la comedia dramática mezclada con el romance y crea otra película que sigue sorprendiendo.
San Sebastián sirve como centro y lugar donde transcurre toda la acción, no se puede ver otra ciudad en la película. Woody Allen aprovecha la ubicación de la película y hace de su película algo que pocas veces vimos tan explícito: homenajea al cine europeo. Ahora, si bien Allen se encargó de demostrarnos su afición a las películas europeas en toda su filmografía, en ‘Rifkin’s Festival’ toma los recursos de Tarantino y “roba” de otras películas. Las claras referencias al cine de Ingmar Bergman, Federico Fellini, Jean-Luc Godard y demás, se introducen al film como parte de sueños de su personaje principal.
Además de ser importantes para la trama, la aparición de estos fragmentos de película que Allen hace propios, sirven como un homenaje de su parte hacia el cine europeo, que tantas alegrías le ha dado. Recordemos que el director siempre tuvo oportunidades en Europa, mientras que en Estados Unidos lo pueden llegar a despreciar, cada vez que Allen filma en Europa, es todo una fiesta.
La película presenta dos puntos de vista muy claves que dan a entender el modo en el que Woody Allen se envuelve en la actualidad. El personaje de Wallace Shawn es un defensor puro del cine clásico, al igual que al director, sus más grandes aficiones son las películas de la nouvelle vague francesa, de directores como Jean-Luc Godard y François Truffaut, para nombrar los más conocidos. En contraparte, el personaje de Louis Garrel -el director con el que la mujer de Shawn lo engaña- se presenta a sí mismo como un artista impoluto, culto y refinado.
De más está decir que este tipo de personajes se repiten en la filmografía de Allen, nunca falta el creído. Pero el director del film no se decide. Presenta los dos puntos: el snob y el culto. Al principio, tenemos el personaje del director creído como los nuevos directores de la actualidad que más bien ven al cine como un negocio. Por el lado de Wallace Shawn, el snob culto que defiende el cine clásico y aborrece todas las películas actuales.
¿Por qué “no se decide”? Porque, si bien presenta los dos puntos para que el espectador se identifique, al final el personaje de Shawn se da cuenta que quizás él está haciendo un gran lío de todo y quizás se tiene que tranquilizar más. Clara alusión a los críticos de todo, muy presentes hoy en día. La actualidad con la que se maneja Woody Allen da a entender que no es un director que se quedó en el tiempo. Como claro está, supo avanzar a medida que pasaban los años y, consigo mismo, los pensamientos.
Woody Allen presenta una dirección muy actual y dinámica. Perfecta del modo en que los personajes se mueven, de un lado para el otro, no quedan nunca quietos. La dirección de fotografía va de la mano de Vittorio Storaro, como lo hizo en ‘A Rainy Day in New York’ (2019). Conocemos a Storaro por el embellecimiento natural de la imagen y su narración a través del color. Para las afueras, se apoyó en la belleza que ofrece San Sebastián y pudo descansar durante el día, ya que se utiliza la luz natural en todas las escenas en exteriores. Para los interiores, el reconocido director de fotografía merece una nota aparte. Cada personaje tiene su color y su lugar, cada cual ocupa también, un estado de ánimo al momento.
Para finalizar, el film contiene la calidad que se espera de una película de Woody Allen: una historia fresca, una dirección remarcable y unos diálogos y chistes -o gags– que marcan la experiencia y la nota autoral del director. Es una película para disfrutar en una tarde cualquiera, abierta para cualquier conocedor promedio de cine. Claramente, es difícil darse cuenta de las claras referencias a ‘Citizen Kane’ (1941), ‘Persona’ (1966), ‘Breathless’ (1960) y el hermoso final en homenaje a ‘El Séptimo Sello’ (1957). ‘Rifkin’s Festival’ es, claramente, una película de festival. Pero qué película.