Una pequeña joya del realizador
Frente a su terapeuta, Mort (Wallace Shawn) relata sus vivencias en España, más particularmente en el Festival de San Sebastián, para acompañar en el trabajo a su esposa Sue (Gina Gershon) en un matrimonio que viene de capa caída y con sospechas de infidelidades. Desde allí nos sumergimos en la nueva historia presentada por Woody Allen, que llega a las salas con Rifkin´’s Festival: Un romance equivocado, en el lugar adecuado (Rifkin´´´’s Festival, 2021).
Con una estructura característica propia del director –hoy en el ojo de la tormenta y con el público dividido producto de las diversas denuncias de abuso- a la hora de los títulos y con una buena fotografía sobre la ciudad española pero que no logra conmover –al igual que la musicalización-, Allen nos ambienta en esta ocasión en el universo del cine pero con una doble vertiente: tanto desde la crítica y su visión a la industria como desde una mera contextualización para presentar una historia de amor y de crisis existencial, que viene sufriendo el protagonista.
En materia narrativa, el punto más novedoso en este nuevo proyecto pasa por las referencias a diferentes películas clásicas –desde Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) hasta Jules y Jim (Jules and Jim, 1961) pasando por el cariño a directores como Ingmar Bergman o Federico Fellini– en las que sueña el propio Mort y que sirven como problematización a la trama, y que es el recurso donde mejor se refleja la importancia y el espacio que hay para dichos artistas.
Sin embargo, ese espacio de influencia se va quedando a mitad de camino, con una crítica poderosa desde el inicio pero que se va desinflando, personificado ese pesimismo sobre el cine moderno y la dualidad de arte/comercialización en el personaje del director francés Philippe (Louis Garrel), con un mensaje sobre la importancia del cine en la vida social que aparece borrosamente.
En sentido contrario, la historia le da mayor espacio a la relación de Mort con la doctora Rojas (Elena Anaya), que roza entre lo romántico y el encuentro de dos personas solitarias en el mundo. Pensando en el protagonista, y con cincuenta películas en su haber por parte del director, encontramos algunas características similares a situaciones de otros personajes, si bien tienen sus propias particularidades, creados por el propio Allen como el de Owen Wilson en Medianoche en París (Midnight in Paris, 2011) como puede ser la falta de inspiración artística, aunque en este caso entramos a un terreno más existencialista.
Lo más notorio en cada uno de estos trabajos son las interpretaciones de un casting que cambia en cada ocasión, esta vez presentando un reparto con nombres no tan rutilantes. Sin embargo, lo realizado por Shawn logra que empaticemos con su personaje y está acompañado por buenos trabajos de Gershon y Anaya principalmente. Sobre el final podemos disfrutar de la grata pero mínima presencia de Christoph Waltz, con un personaje clave para el climax que le permite mostrarse desde el costado más humorístico del actor.
Con tantas películas en su currículum –y más precisamente en los últimos años-, podríamos dividir sus proyectos en diferentes listas; desde destacadas como Match Point (2006), Blue Jasmine (2013) o Café Society (2016) a olvidables como Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight, 2014) o Día de lluvia en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019), en este nuevo trabajo si bien brinda un buen entretenimiento y aspectos interesantes, no logra posicionarse entre los trabajos más relevantes de Woody Allen, aunque logra estar en un escalón más arriba de las nombradas anteriormente.
*Review de Ignacio Pedraza