Otra de viejitos piolas, y van...
Otra más de viejitos piolas en tono de comedia, con la muerte como principal estiletazo dramático. En línea directa con Chicas del calendario, El exótico Hotel Marigold y la más reciente ¿Y si vivimos todos juntos?, Rigoletto en apuros es otra leve reivindicación de la veteranía, que en este caso cuenta con el plus del debut en la dirección de Dustin Hoffman.
Es cierto que el protagonista de Todos los hombres del presidente ya pasó los 75, pero cuesta imaginárselo interrogándose sobre la muerte y el fin de una carrera artística. Es llamativo, entonces, que esos temas estén a la orden del día en su ópera prima, encarnados en este caso en una casa de retiro de cantantes e instrumentistas de ópera que viven en plena armonía y casi sin sobresaltos.
Eso hasta que empieza a correr el rumor sobre la llegada de una nueva compañera, que no es otra que la otrora prestigiosa Jean Horton (Maggie Smith, ya habitué en este tipo de producciones), además ex mujer de uno de los pacientes. La flamante incorporación llega a la residencia justo antes de un concierto a beneficio del nosocomio, momento ideal para que sus compañeros la inviten a integrar el cuarteto del título original para interpretar uno de los actos más importantes de Rigoletto.
A partir de esa anécdota, Hoffman constituye un film tan ameno como superficial y trillado, rebosante de personajes unidimensionales (todos buenos) y situaciones carentes de originalidad (el paciente simpático queriendo seducir a la doctora, la internación de uno de ellos, el reverdecer del viejo amor) que hacen de Rigoletto en apuros una película menor. Quizás demasiado.