Pasiones de ayer y hoy
Ya con una larga y exitosa carrera actoral en su bolsillo, Dustin Hoffman incursiona como director. Rigoletto en apuros (Quartet, 2012) es el resultado de esta experiencia basada en la homónima obra teatral del sudafricano Ronald Harwood. Una historia sencilla en cuanto a su narración que agrada a los ojos y el alma del espectador.
Un grupo de músicos retirados vive en la Casa Beecham, una residencia que recibe a dicho tipo de huéspedes en particular, entre los cuales comienza a correr el rumor de que pronto estarán dándole la bienvenida a una nueva persona. Se trata de la destacadísima Jena Horton (Maggie Smith) quien, tras finalizar su carrera como solista, llega a la residencia en la que también se encuentran los tres compañeros con los que, años atrás, compartió un cuarteto. Sin embargo, nadie está al tanto de semejante noticia y no todos ven con buenos ojos la llegada de Jena. Uno de los integrantes del otrora deslumbrante cuarteto de voces es Reginald Paget (Tom Courtenay), ex esposo de Jena Horton.
Las marcas actorales son las que enaltecen el film un poco más de lo que su historia posibilita. Pauline Collins y [nid:10565 Billy Connoly] son los más destacados en esta labor, quienes interpretan aquellos personajes que más nos remiten a Hoffman, el actor. Por momentos uno quisiera adoptarlos como abuelos a ambos ya que, por su dulzura y humor -respectivamente- logran enamorar al espectador. Definitivamente, -y claro está que no por casualidad- el trabajo realizado con el elenco en general es aquí uno de los mayores logros del director.
Las personas mayores, aquellas con un destacable puñado de años en su haber, tienen el mismo derecho a soñar, imaginar y construir que cualquier otra persona. Incluso más, cuentan con algo más de la sabiduría que aporta la experiencia, respecto a otros más jóvenes. De esta idea de vida nos busca convencer Hoffman, creando personajes que reflejan vitalidad, sentido del humor, deseo y amor por lo que hacen (hicieron), más allá de su edad. Y, excepto por algunos momentos, logra exhibir esta genuina imagen sin que el agua se derrame del vaso.
Una nueva celebración en honor a Vivaldi se aproxima y todos los residentes se encuentran ensayando para la muestra que realizarán. La música es un elemento que inicialmente promete darle un toque distintivo o, al menos, característico al film, sin embargo ella termina quedando bastante relegada respecto a la historia que ambienta, como una herramienta que se le va quitando al espectador, con el correr de la película.
Por otra parte, el transcurso del relato nos lleva a terrenos, quizás, poco arriesgados que concretan aquello que estábamos imaginando desde hace rato. Más allá de cualquier percepción, hay que saber contextualizar Rigoletto en apuros. En definitiva, estamos frente a un director debutante que sabrá qué pulir en vistas a futuras realizaciones, pero que también puede darse el lujo de mirar hacia delante con la frente en alto.