Rio 2 es una gran secuela. La historia tiene un contenido ecologista, pero sin exagerar. A lo largo del filme hay momentos muy entretenidos, humor, acción, buenos mensajes y una galería de personajes secundarios que renuevan la saga.
Hay un mensaje ecologista, pero sin bajada de línea; hay una intencionalidad por mostrar el paisaje humano y geográfico de Brasil, también; pero, básicamente, Rio 2 es una gran película de aventuras, con muchos toques de comedia, que pueden disfrutar los grandes y los chicos.
En el primer filme, el guacamayo Blu dejó de ser una mascota “humanizada”, se sumergió en la naturaleza salvaje de Brasil y en el color del carnaval de Río de Janeiro, aprendió a volar y a encontrar el amor con Perla, el último ejemplar de su especie.
Ahora, él ya está casado y tiene tres hijos (Bia, Carla y Tiago), y aunque creen que están llamados a ser los que preserven a los guacamayos de la extinción total, la realidad les mostará algo muy distinto cuando se internen en el peligroso Amazonas, amenazado por los que talan árboles.
Tampoco entre las aves los matrimonios parecen perfectos y aparecen las diferencias entre Blu y Perla: él no pierde las mañas y le enseña a sus hijos cosas de humanos; a ella le tira más la libertad y el salvajismo. Es por eso que ella le plantea una aventura, un viaje, un contacto cercano con la naturaleza lejos de la gran ciudad.
Lo que allí van a encontrar es una sorpresa, algo que los llevará a vivir una aventura que no da respiro, con situaciones humorísticas exquisitas, personajes exagerados en sus características que funcionan con pinceladas eventuales (hay dos tortugas que se reservan un par de gags muy eficaces) o con los que tienen un protagonismo mayor (aunque Blu y Perla sigan siendo las estrellas).
El eje del mensaje ecologista es permanente, pero no hay bajada de línea y funciona en el marco de un argumento que en realidad está centrado en las relaciones humanas (aunque en piel y pluma de pájaros), desde el matrimonio (el mensaje “esposa feliz, vida feliz” queda claro en su intencionalidad) a la relación con los hijos, los romances, o cómo educar a los pequeños.
Nada que decir de la impecable factura técnica, algo que ya es parte de un estándar de la industria de animación internacional que se perfecciona hasta los detalles más pequeños pero que ya no sorprenden.
El Brasil turístico, el Brasil salvaje, el Brasil cultural, están retratados como una pintura perfecta, con imágenes encantadoras y realistas. Pero sobre todo Río 2 tiene condimentos para convertirse en un exitazo por su historia divertida y con momentos de buena acción, que puede disfrutarse con toda la atención del espectador y no sólo con una mirada a vuelo de pájaro.