Una amistad que crece entre dos emigrantes más allá de diferencias y de lenguajes
Los encuentros casuales pueden llevar a la calidez menos esperada. Esto es, precisamente, lo que le ocurre a Rita cuando llega desde su Paraguay natal, dejando atrás a una hija pequeña fruto de un romance fugaz. Aquí conoce a Li, emigrada de China y otrora propietaria de un minimercado saqueado en los tristes sucesos de 2001, durante los cuales perdió a su marido y su trabajo.
Ambas, sin documentos, comienzan sus cotidianas labores en un lavadero vigiladas muy de cerca por el dueño del local, un policía corrupto, y lentamente comienzan a construir una sólida amistad a pesar de las dificultades idiomáticas y de las brechas culturales.
El director Francisco D'Intino, autor además del guión, intentó retratar las figuras de ambas mujeres a través de un prisma simple y emotivo, y logró una historia que habla de la necesidad de hallar en quien está solo en un lugar desconocido a alguien dispuesto a tender la mano amiga. Sin pretensiones altisonantes, la trama va siguiendo el derrotero de Rita y de Li en esas relaciones que buscan la necesidad de ampararse mutuamente hasta tratar de lograr que sus sueños y sus esperanzas se vean cumplidos.
Julieta Ortega y Miki Kawashima, que hace aquí sus primeras armas en la pantalla grande, supieron dar veracidad a sus respectivos personajes, rodeadas por un elenco que cumplió satisfactoriamente con sus breves apariciones.
El realizador halló, también, un equilibrado equipo técnico que supo sostener este relato que habla de amor y de comprensión. Y habla, también, de cómo dos mujeres de tan distintos lugares del mundo se unen para poder salir airosas de las dificultades cotidianas que les impiden cumplir sus respectivos y simples sueños de hallar un mundo mejor.