Rita (Julieta Ortega) y Li (Miki Kawashima) es la historia de dos mujeres en circunstancias adversas y de cómo éstas van influyendo en la vida de ambas para formar una relación fuerte. Las dos son inmigrantes ilegales (o con problemas de documentación) y viven en la ciudad de Santa Fe.
Mientras que Rita es paraguaya y está en Argentina para poder conseguir la residencia, trabajar y eventualmente volver con su hija (o traerla), Li es china y trabaja en una lavandería esperando poder salir adelante luego de haber perdido a su marido asesinado en uno de los tantos saqueos de la crisis de 2001. Rita comienza a trabajar allí gracias a Ferreira (Juan Palomino), un policía que no se gana el pan sólo con su sueldo (si se entiende el eufemismo). Para asegurar la "continuidad laboral" de ambas (en realidad las necesita porque el local es una excusa para hacer sus transas en la parte trasera), el oficial toma en su poder los documentos las dos mujeres con el pretexto de tramitar la ciudadanía, en definitiva, Rita y Li se ven algo "acorraladas" por la circunstancia.
La película de Francisco D'Intino está clara e inconfundiblemente focalizada en la relación que Rita y Li van construyendo a fuerza de ir derribando de a poco la barrera cultural que las separa en favor de satisfacer la mutua necesidad de conectarse dada la circunstancia en la que se encuentran. Pueden ser de países, idiomas y costumbres distintas; pero ambas son mujeres, están sufriendo y sueñan con salir adelante. De hecho el negocio se llama "La Esperanza", un poco por ellas y otro por autorefencia (la anterior película del director lleva el mismo nombre).
El guión del mismo Francisco D'Intino y Héctor Grillo es tan sencillo como profundo pero aunque no parezca, a veces estos factores influyen mucho en el resultado final según las decisiones que se toman, independientemente del presupuesto con que se cuenta.
Hay un mínimo de dos personajes en esta película cuya presencia aporta poco y distrae: Don Antonio (Juan Manuel Tenuta) es el hombre que le alquila una habitación a Rita; pero no es tan buenito como parece. Antonio Birabent es un vecino, padre de una bebé, que lleva la ropa a lavar y mantiene algunos diálogos intrascendentes con las chicas.
Rita y Li iban a conocerse de todas maneras por eso la presencia de ambos no hace otra cosa que apurar una acción ya predestinada desde el comienzo, resultando en consecuencia, un tanto forzada. Lo mismo sucede con el final, como si hubieran estado apurados para terminar el rodaje.
Son importantes y conscientes los trabajos de Ortega y Kawashima. El hecho de que por momentos se les escape no tiene que ver con falta de herramientas sino con cómo están dirigidas.
De todas maneras, esto no le quita valores a un filme sobre el nacimiento de la amistad a partir del choque de culturas. Tanto Un Cuento Chino como Rita y Li (salvando las distancias) podrían ser las pioneras en poner una mirada sobre el enorme cambio cultural que se produce hoy en Argentina merced a la vasta cantidad de personas que llegan buscando nuevos aires en un país cuya política de inmigración es casi desconocida. Es un buen comienzo para un tema cada vez mas influyente.