El cine, tomado por asalto por el baile
Una película de chicos de propaganda que bailan, cantan y sonríen con blanquísimos dientes y se enfrentan a un grupo de estereotipos rebeldes. Un cóctel creado y dirigido a coreógrafos y cantantes con poco del séptimo arte.
Como ocurre casi siempre, todo dependerá de gustos y preferencias. Ritmo perfecto es un musical teen con un grupo de chicas que compite cantando a capella en un concurso para adolescentes. Por lo tanto, el trabajo previo de marketing, donde conviven la saga Crepúsculo, la factoría Disney, la marca Glee y, por qué no, programas afines de la televisión vernácula, está plenamente asegurado. Pero, por si no fuera suficiente, a toda esta ensalada visual y sonora se le agrega el toquecito Broadway de las últimas dos décadas, ese lugar de ensueño dedicado a destruir al género musical de los inicios del sonoro hasta los años '70. Por eso, el hipotético espectador –fanático de estos guisos cinematográficos– saldrá feliz de la vida con Ritmo perfecto, algo cercano a una película concebida por teatristas, coreógrafos y actores-cantantes provenientes de las tablas y de la televisión. El resto de los mortales, por su parte, odiará esta cinta donde el cine se ve invadido por un argumento previsible, canciones insoportables de digerir y una mirada en relación al mundo donde triunfan las sonrisas de crema dental, el diseño de producción y las coreografías ensayadas hasta el hartazgo. Es que el ¿film? de Jason Moore es un producto construido para coreógrafos, bailarines y cantantes. El cine, por lo tanto, es tomado por asalto.
Beca (Anna Kendrick) llega a la universidad y se ve obligada a sumarse a un grupo de chicas que conforma un coro a capella. De allí en adelante se suceden divertidas situaciones con el propósito de armar el clan. Las geniales ideas de Ritmo perfecto comprenden la constitución del grupo, que deberá enfrentarse a otros integrados por chicos rebeldes, algo heavy y bastante tarados. En medio de simpáticas situaciones, el clan de jóvenes está listo: la rubia, la morocha, la medio punkie, la china, la flaca, la negra, la gordita, todas ellas con la inesperada líder Beca, al frente de la cosa. Roces internos, disputas egocentristas, romances que pueden trascender o no y alguna escena filmada en la ducha con las chicas desnudas hasta ahí, componen las pretensiones de la cinta. Ritmo perfecto logra algo inesperado: convertir a la añeja Grease con Travolta y Newton-John, que emite TCM este domingo, en una consumada obra maestra.