El coro de chicas nunca fue tan incorrecto.
¿Qué pasa cuando una película utiliza absolutamente todos los clichés que puede tener su género en poco menos de dos horas? Habitualmente, queda una goma, estirada e inmirable, que solo los más fanáticos pueden llegar a comprender. Con Ritmo Perfecto (Pitch Perfect, 2012) pasa exactamente lo mismo. La película sigue un reglamento: Grupo fundido, chica nueva con mala actitud que no quiere sumarse, pero que finalmente termina salvando al grupo; y en el medio una historieta de amor entre ella y uno de los cantantes del equipo rival. Es decir, tiene absolutamente todo para ser horrible. Pero no, Ritmo Perfecto es divertida, y todo es gracias a su elenco.
En la cabeza la tenemos a Anna Kendrick como la chica nueva en la ciudad que es prácticamente obligada a sumarse a The Bellas, el Glee Club de la universidad que cayó en desgracia cuando una de sus líderes vomitó salvajemente en una presentación. Luego nos quedan Anna Camp y Brittany Snow como las únicas dos miembros originales del conjunto vocal. La primera, la que dejó toda su porquería en el escenario, es una insoportable que solo quiere que las cosas salgan como ella dice; mientras que la otra -si bien se disfraza de dura- tiene formas más pacíficas para con las demás. Y por último, pero no al final, Rebel Wilson como la Gorda Amy, un personaje que aporta el humor, el desenfado y la escatología necesaria para que esta película no se convierta solo en un destino para chicas en los cines.
Porque Ritmo Perfecto, pese a tratarse de chicas que cantan, tiene mucho de humor sexual y desagradable (es decir, vómito, gases, etc), cosa que parecía terreno exclusivo de películas más "masculino-adolescentes", pero que exitosas películas como Damas en Guerra (Bridesmaids, 2011) convirtieron en algo sin barreras de género.
El director Jason Moore es un debutante en la pantalla grande, pero en su curriculum pueden verse episodios de Dawson's Creek y Brothers and Sisters, entre otros shows. Es decir, tiene cierta experiencia, pero tal vez el formato de pantalla grande todavía le quede, valga la redundancia, grande. A no confundir, la película es correcta, pero se nota que tranquilamente también podría haber sido un producto para televisión sin hacerle demasiados cambios, y esa es la gran falla de la Ritmo Perfecto: Difícilmente pueda ser calificado de algo más que telefilm. Y no es por su presupuesto (casi 20 millones de dólares), sino por la elección artística que Moore tuvo al editarla.
Pero pese a ese detalle, que a muchos debe importarles un comino, Ritmo Perfecto es una película buena, divertida y que hace pasar un buen rato. Aunque, claro, si están cansados de ver las mismas historias con los mismos remates de siempre, ni lo intenten.