La película que quizás usted no quiera ir a ver porque “ay, es la típica de Hollywood”. Se la pierde: se trata de una comedia musical (que no poco le debe al éxito de la serie Glee, básicamente es la misma idea) sobre un grupo de chicas en un campeonato interestatal de canto. Uno puede decir “es siempre lo mismo” y no verla, o decir “ya sé de qué se trata, disfrutemos”. Lo que tiene de bueno este film es que los intérpretes no solo parecen disfrutar de lo que están haciendo sino que lo contagian, que los momentos musicales (muchos aunque quizás no demasiado variados) son profesionales sin perder corazón, y que los momentos de comedia suelen quebrar varios estereotipos. Podemos criticarle ser “otra más” de “compitiendo en el college” (después de todo, Monsters University también va por esos carriles) o que algunos chistes los hemos visto demasiadas veces, pero es lo mismo que con los magos: vimos desaparecer el conejo, lo importante es que nos vuelva a emocionar lo repetido. Y en eso, el film cumple.