Una que sepamos todos
Como ya el titulo mismo nos adelanta estamos en presencia de un film netamente musical, donde los cuadros cantados se nos aparecen uno detrás de otro con la misma locuacidad cinematográfica utilizada por Michael Bay para las explosiones. Dicho esto los detractores de este tipo de film podrán enunciar que se trata apenas de otro producto cinematográfico más, orientado al público adolescente que reproduce la estética de Glee. Nada más cierto.
Nuevamente la preparatoria es el ámbito donde se desarrolla el conflicto y no es un dato menor el hecho que el director de este film Jason Moore haya sido participe de la serie noventosa adolescente por antonomasia: Dawson''s Creek, de cuya cantera surgieron Kathie Holmes, Michelle Williams y Joshua Jackson.
Aquí tenemos una joven Beca (interpretada por Anna Kendrick) que ingresa en una nueva escuela, que totalmente desconectada de todo y sin demasiado interés en ser parte de ningún grupo deambula por los pasillos hasta que es cooptada por un grupo de jóvenes que necesitan presentarse en la competencia interescolar de canto a capella.
Simultáneamente también aparece en escena su contrafigura romántica Jesse (Skylar Astin en un digno papel) y pronto nace entre ellos una incipiente relación marcada por su amor en común a la música y a la actividad radial del campus.
Con guiños a la cultura pop de los ochenta (referencias al cine de John Hughes a través de The Breakfast Club) el film logra entretener al público que consume el tipo de producto que ofrece donde todo es calculado hasta el mínimo detalle. No existe profundidad alguna en los adolescentes ni vocaciones defendidas hasta la muerte, sólo chicos talentosos en medio de un duelo de melodías coreografiadas.
No estamos aquí en presencia de la Lydia Grant golpeando el piso diciendo "la fama cuesta y aquí es donde empiezan a pagarla", nada mas lejos de aquel conservatorio donde la vocación y el ansia de trascender eran moneda corriente.
Pitch perfect entretiene y lo hace muy bien, sin falsas pretensiones ni delirios de grandeza. Un producto netamente comercial que llego a las salas cinematográficas y se irá de ellas con la fugacidad de un tema pop, pegadizo pero descartable.