Ritmo perfecto

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una comedia que aunque sigue los lugares comunes de premisas similares consigue entretener.

Ritmo Perfecto es una de esas películas que sigue la fórmula de guion Hollywoodense tan al mango, que cuando lees la sinopsis te agarra un flash forward ––al mejor estilo Christopher Walken en La Zona Muerta–– en el cual podes predecir cuál va a ser el desarrollo de la película. Pero, cabe destacar, que se separa de sus poco ilustres antecesoras gracias a la peculiaridad de sus personajes.

¿Cómo está en el papel?

Resulta que Becca (Anna Kendrick, goddess) quiere dedicarse a la música ––es una eximia DJ––, pero su padre, un profesor universitario, le rompe las guindas para que le dé a la educación universitaria un changüí, con la promesa de que si después de un año no le cabe, puede irse a Los Ángeles a girar discos como loca.

Entre dichos requisitos figura que Becca se tiene que meter a una actividad extracurricular, y después de ser agarrada cantando en la ducha, es persuadida para unirse al grupo femenino de canto a capella (canto sin acompañamiento).

Una vez establecida esta cuestión, aparecen todos los lugares comunes que se puedan imaginar de una película de esta naturaleza: el interés romántico, el antagonista soberbio, el coro de chicas que parece integrado por el equivalente femenino de la alineación de The Full Monty, la líder de la banda autoritaria que le tiene envidia a la protagonista, Yadda, Yadda, Yadda, same old, same old. Pero, a pesar de su enorme predictibilidad, felicito a los guionistas por haberle encontrado la vuelta a varios de estos estereotipos.

Por ejemplo, entre las integrantes del coro encontramos a una señorita que no tiene vergüenza en admitir que es la “bombacha veloz” del grupo, por otro lado tenemos a una japonesa con la voz muy bajita (piensen en Hooks de Locademia de Policia) que es una carcajada inmediata cada vez que dice algo, y un personaje, llamado Fat Amy, que siempre esta con el remate justo.

Párrafo aparte merecen los caballeros; el principal antagonista es un idiota que se cree el regalo de Dios para el mundo de la música, y aunque parezca serlo se gana no tanto el odio, sino la repulsión inmediata del espectador. Se cree Robbie Williams y no llega a ser Carlitos Bala.

Pero el interés romántico de esta película fue lo que me convenció definitivamente del rumbo que quería tomar esta película a nivel personaje. Se sabe que se está escribiendo una película para minitah, y ¿Cómo son la mayoría de estos personajes en dichas películas? Adonises perfectos con mucha conciencia social, que solo les falta haber nacido en Krypton para ser Superman. En esta película no verán tal cosa; el caballero que ocupa dicho rol se gana al espectador ––por lo menos a los más geeks–– con una sola frase, una solita nada más: “He aquí las cinco mejores bandas sonoras de todos los tiempos: Tiburón, Star Wars, E.T., Rocky y The Breakfast Club.” Un caballero, con un paladar musical así de rico, es imposible que sea un idiota. (Si, si, rantee un poco, pero eso fue lo que sentí)

¿Cómo está en la pantalla?

Buena foto, Buen montaje, ni más ni menos que eso. Un aplauso a todos los que laburaron en el sonido de la peli, porque te la regalo hacer el armado y mezcla de bandas de un grupo a capella para que suene tan bien y con tanta armonía como suena en esta peli.

Por el lado de las actuaciones Anna Kendrick entrega una actuación a la altura del desafío, igual el resto del reparto. Pero quiero destacar a Rebel Wilson, de quien me dijeron muchas cosas buenas y yo no lo creí hasta que la vi; el carisma de esta chica es algo que no está escrito, como director tenés que tener muchísima suerte de encontrar en un casting a alguien con tanta chispa como ella.

Conclusión

Una película predecible pero muy entretenida gracias a la idiosincrasia de sus personajes. Es una peli ideal para pasar el rato, y apreciar la magia de la voz como un instrumento.