De carne somos
¿Respetar la tradición familiar o rebelarse contra el orden patriarcal establecido? Esta es la dicotomía que plantea Ritual sangriento (We Are What We Are, 2013) alejándose de los lugares comunes del género, en esta remake de la producción mexicana Somos lo que hay (2010) que recae sobre los hombros del joven director norteamericano Jim Mickle.
Los Parker son una recluida familia que vive en el área rural de Delaware, uno de esos tantos paisajes agrestes perdidos en el corazón de los Estados Unidos en medio de arroyos, casas viejas, bosques, camionetas pick-up y más de un secreto bien guardado al mejor estilo de La violencia está entre nosotros (Deliverance, 1972) y Camino hacia el terror (Wrong Turn, 2003). Una inundación en su punto máximo castiga al pequeño pueblo y en medio de la catástrofe los Parker sufren la muerte accidental de su madre, quedando las dos hijas adolescentes y un pequeño niño bajo la estricta tutela de su padre, un hombre frío y reservado.
Ya sin su madre las adolescentes deberán asumir la responsabilidad de continuar con una oscura tradición familiar sostenida enfáticamente por el padre, sin importar las consecuencias. El ambiente rural, la lluvia y el agua constante sumadas a una historia que crece en densidad conforme se desarrolla (tal vez demasiado denso en algunos pasajes) generan un clima enrarecido que acompaña a los protagonistas en la totalidad del film.
A medida que crecen las sospechas en torno a los Parker y las autoridades del pueblo comienzan a unir cabos sueltos, la película llega a una resolución argumental que tal vez tarde un poco más de lo necesario en llegar, pero cuando finalmente lo hace termina reivindicando al film y despachándose con un clímax que proporciona un acto final tan impactante que termina superando con creces al original.