"Somos lo que comemos"
“Hay dos cosas que no podemos elegir en nuestras vidas y que nos definen por completo: La familia y el lugar donde nacemos” decía una voz en off que recitaba unas líneas muy interesantes en los minutos iniciales de “Gone Baby Gone”, la ópera prima de Ben Affleck (2007).
Basándose en esa frase simple, pero a su vez bastante cierta, se pueden contar miles de historias dentro del séptimo arte, como así también analizar y entender miles de historias más que no pertenecen solamente al plano de la ficción.
Paradójicamente “Ritual sangriento” puede considerarse como un relato que tiene un poquito de ambas partes, ya que la película mexicana original en la que se basa esta remake de Jim Mickle está inspirada ligeramente en hechos reales.
Jorge Michel Grau, el director de “Somos lo que hay”, declaró en su momento que su inspiración para el guión de esta película fue un caso real de la muerte de un hombre de clase baja en la vía pública que, al ser sometido a una autopsia, arrojó un resultado escabroso: Muerte por intoxicación por la práctica de antropofagia.
Partiendo de ese disparador, Grau escribió el guión de su película donde el protagonismo lo tenía una familia desamparada que, por la pérdida de su padre y la pobreza, recurrían al canibalismo para sobrevivir.
La remake de Mickle (quien también firma el guión) cambia algunos puntos con respecto a la original, pero la historia es casi idéntica: Una familia con una extraña y violenta tradición ve amenazado su estado de bienestar en un pequeño y gris pueblito de los Estados Unidos al morir la madre, (interpretada por Kassie Wealey DePaiva) quien era la cabeza de la familia.
Bajo esas circunstancias son las hijas (interpretadas por Julia Garner y Ambyr Chirlders) las que deberán ocupar ahora su lugar, no solo para continuar con la tradición familiar sino también para que su padre (encarnado por Bill Sage) no termine de perder los estribos frente al inminente riesgo de que su terrible secreto salga a la luz.
Con algunas similitudes a “Los Hamitons” (The Butcher Brothers, 2006) y a la versión original de “La Masacre de Texas” (Tobe Hooper, 1974), “Ritual sangriento” al contrario de lo que dice su nombre, apoya todo el peso de su relato en las firmes actuaciones de sus tres protagonistas principales y en el guión que mantiene e incrementa el suspenso a medida que avanza el relato.
Para aquellos que solamente buscan sangre y escenas dignas del gore, “Ritual sangriento” les parecerá una película de Akira Kurosawa, ya que el film de Mickle no necesita de esos elementos para contar una historia perversa e interesante.
De hecho, gran parte de lo que te pone incomodo en “We are what we are” es aquello que no se ve y que implícitamente todos los personajes dejan entrever: Su verdadera naturaleza salvaje.
Desde la búsqueda por parte de la familia de potenciales víctimas para ser sacrificadas, la soledad que inspira deseos de venganza por parte de un padre (el médico interpretado por Michael Parks) que perdió a su hija y un final que a modo de cierre es bastante contundente y salvaje, “Ritual sangriento” es una película que te provoca de forma eficaz, sin necesidad de mucha sangre, un nudo en la garganta y hará que saques los ojos de la pantalla en varias oportunidades.
Es para destacar el trabajo de fotografía de Ryan Samul, como así también la musicalización de Phil Mossman ya que le impregnan al film un estilo técnico que remite bastante a “La aldea” de M. Night Shyamalan y que en definitiva se esmera por tratar de mostrar de forma fría, gris y dura una historia de caníbales en la pantalla grande.
Con “Ritual sangriento” tenes la posibilidad de cerrar de una excelente manera este gran año para el cine de terror.