De no ser por el explícito titulo Ritual Sangriento que recibió en nuestro país, We Are What We Are podría haber guardado la sorpresa de su trama bajo un manto de sugerencia, en ese lema intrigante y misterioso que significa su título original: Somos lo que somos.
Surgido desde los bajofondos del indie internacional, el americano Jim Mickle viene haciéndose de un nombre, sobre todo con su historia mínima de vampiros Stake Land, película que no tuve el agrado de ver pero que cosechó buenas críticas en los festivales donde circuló. Aún sin haber visto sus dos anteriores creaciones, uno puede apreciar el porqué de su fama. Mickle es un detallista, anteponiendo una historia suntuosa y personajes dimensionales por sobre el efectismo barato del género, lo que convierte a cada uno de sus proyectos en algo digno de tener en cuenta a la hora de buscar frescura en la aridez del horror.
Por cada momento lento y por cada minuto que la película se toma para construir a los personajes y sumergir al espectador en el desolado y húmedo paraje donde tiene lugar la acción, el resultado final de tal construcción bien lo vale. La implosión de una familia agobiada por el yugo patriarcal al que se ve sujeta desde hace años, sumado a una malsana costumbre que data desde sus ancestros, son condimentos especiales para un desarollo en espiral descendente para los integrantes de la familia Parker. Cada uno de ellos tiene su momento apropiado y su línea argumental que seguir, y todos cumplen su rol con propiedad y peso, en una solidez en conjunto abrumadora. Cabe destacar que las jóvenes hermanas Iris y Rose, interpretadas por una fantástica Ambyr Childers y una ascendente y suave Julia Garner respectivamente, acaparan la atención durante la mayor parte del metraje, en una lucha interna y personal que las empuja hacia diferentes lugares oscuros de su propia psique. Grandes actores las rodean en roles secundarios, como Kelly McGillis como su comprensiva vecina Marge o Michael Parks como el afable doctor del pueblo, pero secundarlas con buenos papeles complementarios ayuda a las jóvenes a pulir aún más sus contradictorios personajes.
Horror gótico americano en su más puro estado, We Are What We Are demuestra que no todo el cine de género es una fórmula gastada, y que hasta puede producir más de una sorpresa. Filmada de una manera lacónica y por demás bella, dejará más de una problemática sobre el rol de la familia y la obligación para discutir luego de terminada. Y dejar pensando al espectador nunca es malo.