Ritual

Crítica de Facundo Franco - CineFreaks

La bestia arrasa con todo.

Producida por Netflix como uno de sus principales proyectos de 2018 dentro del género terror, El Ritual es la primera obra en solitario del director David Bruckner, quien anteriormente había co-dirigido otros tres largometrajes. Sam Troughton, Robert James-Collier, Arsher Ali, Rafe Spall y Paul Reid interpretan a los protagonistas de esta historia, cinco amigos que deciden emprender un viaje de senderismo por Suecia solo para encontrarse con el desafío más espeluznante de sus vidas.

Dom, Hutch, Phil, Luke y Robert componen el típico grupo de amigos de toda la vida que se junta permanentemente a realizar las mismas actividades, tener las mismas charlas y abordar los mismos temas. Por una mezcla de nostalgia, de necesidad de recuperar una juventud que ven lejana y de romper con su repetitiva dinámica de grupo, los muchachos deciden realizar un viaje de descontrol, bebida y excesos. Sin embargo, un muy buen primer giro de la película mueve el foco de los protagonistas violentamente, sosteniendo el plan de irse juntos a Suecia pero cargando en sus espaldas ese evento traumático que los encontró juntos pero que amenaza con separarlos como nunca lo hubieran creído posible.

El elemento imprevisible que aporta ese giro inicial merece ser descubierto individualmente por cada espectador, ya sea por su originalidad intrínseca o porque tal vez sea lo único verdaderamente sorprendente que aporta la película como representante de su género. Gracias a buenas actuaciones protagónicas, un guion sólido y una dirección intimista, El Ritual construye un esquema de personajes que parte del cliché de ese grupo de amigos de toda la vida que se juntan a hablar de tiempos mejores pero que verán afectada su dinámica de tal forma que surgirá entre ellos la necesidad de poner sobre el tapete temas mucho más importantes que aquellos que hacen a su cháchara regular cerveza de por medio. La lealtad, los miedos y la forma de actuar cuando estos dos elementos chocan serán solo algunas de las temáticas que deban abordar en ese contexto de salvajismo e intemperie que el contexto de la película propone a partir de los escenarios suecos que veremos a lo largo de todo el film.

Sin embargo, cuando esa base psicológica tan sólida promete potenciarse a partir de las locaciones sombrías que también hacen a la historia, esta decide caer en el sí molesto y aburrido cliché de la presencia demoníaca que acecha en las sombras para, desde ningún tipo de explicación o justificación argumental, convertirse en la principal amenaza de un grupo de personajes que merecía mucho más que el Proyecto Blair Witch de poca monta en el que termina cayendo.