Robin Hood

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

JUGUEMOS EN EL BOSQUE MIENTRAS ROBIN NO ESTÁ

Una de las duplas más codiciadas del Hollywood actual es la del director Ridley Scott (ALIEN, BLADE RUNNER, THELMA Y LOUISE, HANNIBAL, KINGDOM OF HEAVEN, LA CAÍDA DEL HALCÓN NEGRO) con el actor Russell Crowe (UNA MENTE BRILLANTE). Su colaboración comenzó con la excelente GLADIATOR (2001) y continuó con films de menor envergadura como A GOOD YEAR (2006), AMERICAN GANGSTER (2007) y RED DE MENTIRAS (2008), en los que Crowe iba como anillo al dedo y Scott se lucía orgulloso saltando de un género a otro sin titubear. Pero después de algunos años, Scott se cansó de conformarse con lo mediocre o lo simplemente correcto, e intentó volver a las raíces de su relación con Crowe, el drama épico que tan bien les funcionó en GLADIADOR. Para decirlo en otras palabras, intentó volver a la cima, esta vez con un proyecto tan interesante como ambicioso: filmar la historia jamás contada de los comienzos de Robin Hood, el legendario arquero, forajido, ladrón, aventurero y héroe. Pero la cima está más lejos de lo que él cree y, a veces, uno se puede perder en el bosque camino a ella.

Un historiador nos diría que esta película es correcta. Un productor la etiquetaría orgullosamente como un blockbuster. Un cinéfilo, por su parte, diría que esta versión de ROBIN HOOD no tiene nada que ver con Errol Flynn, Kevin Costner o incluso con el aventurero zorro de la clásica película animada de Walt Disney. Estos tres últimos fueron la encarnación del mito, un intrépido forajido romántico, un héroe sin igual que robaba a los ricos para dárselo a los pobres y, de paso, enamoraba a la doncella. Es decir, muy diferente a lo que Ridley Scott quiso hacer: contar la historia del hombre detrás del mito. Porque había un hombre. Según este nuevo film su nombre era Robin Longstride, un soldado de las Cruzadas cuyo espíritu patriótico, códigos de honor y valentía lo condujeron, junto a sus fieles amigos, hasta el pueblo de Nottingham. Allí ayudó a Lady Marion (Cate Blanchett) y al resto de los habitantes a recuperar las cosechas y a enfrentar a un corrupto Rey, sólo para terminar guiando a su ejército contra las tropas francesas invasoras.

Una vez más, y ahora que sabemos de qué trata la visión de Scott, podemos concederle algunas indulgencias. Más que nada, nos permitimos pasar por alto que el protagonista no cuente con muchas de las características que lo convirtieron en una leyenda. Pero tampoco se puede titular un film con el nombre de ROBIN HOOD si en pantalla tendremos a Russell Crowe haciendo, nuevamente, de Maximus Decimus Meridius. Sin embargo, mejor será dejar de lado esta comparación antes de que lleguen a la conclusión que ROBIN HOOD es un proyecto sencillo y vulgar por el simple hecho de ser similar a GLADIATOR. Este nuevo film de Ridley Scott es una película regular y llena de lugares comunes pero no por parecerse a GLADIATOR, sino por errar al intentar emular la misma fórmula con la esperanza de repetir su éxito. Así tenemos, una vez más, los mismos componentes de una ya explotada ecuación: guerras a caballo, un tirano soberano que no se ensucia las manos, y un héroe que se impone ante un gobierno opresor para representar los ideales de libertad y valentía de un pueblo. El problema es que todo esto está presentado a desniveles y de manera errónea, dejando un resultado displicente. Las batallas no abundan ni son lo suficientemente épicas o grandes, y hasta a veces llegan a cansar. Lamentablemente, aquí el único culpable es Scott, quien se estancó en lo seguro y filmó las escenas de batalla de la manera más típicamente posible, alternando planos extremadamente abiertos (para mostrar la espectacularidad del combate) y muy cerrados (para compartir la sensación de opresión y adrenalina de la lucha), mezclando la cámara lenta con los sonidos eclipsados de siempre, y muchas muertes pero nada de sangre. El film también cuenta con algunos flashbacks presentados torpemente e introduce incorrectamente dosis de humor sin gracia que le quitan seriedad a las escenas. A esto se le suman momentos cursis, poco románticos, que desvirtúan la narración y llevan a la historia en una dirección alejada de las estrategias militares, las ideas políticas, las conspiraciones, las traiciones y las batallas, tal vez los componentes más interesantes de esta desatinada versión. ROBIN HOOD (2010) a veces pierde su ritmo y nunca termina de elegir qué camino seguir. No es aventura ni un drama épico o romántico. Es un pastiche de géneros que la campaña de marketing intentó vendernos como el origen del ladrón más heroico de todos.

Con nombres como Russell Crowe, Cate Blanchett, Mark Strong (Godfrey), William Hurt (William Marshal), Danny Huston (Rey Richard Corazón de León) y Max Von Sydow (Sir Walter Loxley), podría llegar a pensarse que, al menos, el elenco lograría salvar el film, pero no. ROBIN HOOD (2010) falla otra vez. Las actuaciones son todas correctas – algo indiscutible para estos actores - pero no todos tienen el suficiente protagonismo y los personajes que interpretan forman parte de los mas burdos estereotipos hollywoodenses actuales. William Hurt y Danny Huston son completamente ignorados, el siniestro Mark Strong cumple nuevamente como villano pero con escasas escenas, y Mark Addy (Fraile Tuck) y Kevin Durand (Little John) están solo para cortar la tensión con su humor sin gracia. Tal vez la mejor del film sea Cate Blanchett, quien irradia belleza pero pierde en carisma. Su historia de amor con Robin Hood no emociona ni convence, y su interpretación es buena pero su personaje es el cliché de la mujer guerrera - muy irreal para el ámbito en que es presentado - que termina de consolidarse como un completo fiasco cuando hace su vergonzosa e innecesaria aparición en el campo de la batalla final, acompañada de los niños del bosque y el fraile gordo, montados en ponys (¡!).

El Robin Hood de Crowe, por su parte, es un héroe que no llama la atención, chato y con motivaciones no muy claras. Aunque el planteo inicial del proyecto fue contar la verdad y alejarse de la leyenda, Scott y Crowe llevaron esto al extremo y se alejaron tanto del simpático personaje original que no parece una película de Robin Hood (ojo, tampoco es GLADIADOR 2, como muchos asumimos luego de ver los primeros trailers), ni mucho menos el origen del personaje que todos conocemos. Es sólo la visión de Scott de un Robin Hood realista y uno se da cuenta qué tan equivocado estuvo el director al decidir contar esta versión cuando, al repasarla, recordamos que los mejores momentos son aquellos en los que Robin Hood se comporta como tal. Por ejemplo, cuando roban a la noche en el bosque para salvar las cosechas o toda la genial secuencia final (SPOILERS): cuando Robin Hood mata a Godfrey con una flecha, cuando el Rey lo nombra un outlaw, seguida por la escena en que Sheriff de Nottingham necesita un clavo para fijar un cartel y una flecha pasa volando junto a él. ¡Ese era el tipo de película que queríamos ver! (FIN DE SPOILERS).

ROBIN HOOD (2010) desilusiona pero, por suerte, sí entretiene la mayor parte del tiempo sin complicar sus tramas. Sus dos horas y veinte minutos se sostienen no sobre sus escenas de acción, sino sobre tres pilares fundamentales: sus majestuosos paisajes, una gran banda sonora y buenas interpretaciones, que logran salir airosos. Pero no hay duda de que esta es una oportunidad perdida y un elenco desprestigiado en un film que no supo aprovechar todo su enorme potencial. Tal vez, si la historia del film no se hubiese alejado tanto de la leyenda para centrarse en el hombre, el director habría alcanzado la cima. Pero son los hombres los que fallan, no las leyendas. Las leyendas viven por siempre… incluso después de una versión como esta.