Una cosa es contar una historia de una manera correcta, original y entretenida. Otra cosa es ir directamente en busca de la diversión del público con técnicas efectivas con todos los clichés existentes. Ridley Scott es un experto en lograr un balance entre ambos objetivos. Puede tomar una historia importante e histórica, pero agregarle aspectos modernos para lograr simpatía sin convertirse en pochoclo de baja calidad.
Robin Hood, varios escalones por debajo de Gladiador y algunos arriba de Cruzada, con quien posee ciertas similaridades, se encarga de relatar el comienzo de la leyenda de unos de los forajidos más famosos. No se centra tanto en aventuras de alto vuelo ni las hazañas por las que es conocido mediante cuentos y otras películas, sino en los orígenes de esta personalidad y sobre cómo su popularidad heroica y solidaria comenzó a gestarse.
Al no mostrar batallas en reiteradas ocasiones y utilizar un poco de humor naif, la película se vuelve entretenida. No es solemne ni destinada a quedar enmarcada como una joya del cine de acción, pero es digna para pasar dos horas de grata adrenalina.
Russell Crowe se convirtió a los 45 años en el actor de mayor edad en interpretar este papel. Luego de protagonizar thrillers e historias contemporáneas en los últimos años, el neocelandés se calza con mucha comodidad este antiguo rol. Resuelve bien los momentos dramáticas y de acción, así como la transformación del papel a través de sus viajes. El romance con Cate Blanchett es uno de los puntos más flojos. No por los involucrados en la relación, sino por la poca originalidad a la hora de narrarlo. En el reparto, acompañan un desperdiciado William Hurt y un imperdible Max von Sydow.
Todos los aspectos técnicos usualmente potenciados en una de acción y aventura están bien desarrollados, seguramente por la familiaridad que Scott tiene con esos géneros. Es que, sin dudas, la salsa de la ciencia ficción y las épicas son el lugar por el mejor se mueve. Cuando se apartó de ese camino, el mítico creador de Blade Runner, que actualmente se encuentra pre produciendo las precuelas de Alien, falló, como con la comedia Un Buen Año o la lapidada continuación de El Silencio de los Inocentes en Hannibal. Brindamos porque, a pesar de sus eventuales limitaciones, el cineasta retoma el sendero que mejor lo hace lucir. Porque, con varios altibajos, sigue ampliando su filmografía con trabajos visionarios, dantescos y, de vez en cuando, suavemente decentes.