Gladiador con arco y flecha
La nueva película de la dupla Ridley Scott-Russell Crowe (Gladiador) es un drama épico sobre invasiones y conquistas que nada tiene que ver con el héroe romántico de Robin Hood. El belicismo crudo, estilo otrora del director de La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Down, 2001), empaña la imagen rebelde y libre del mítico personaje que supo “robarle a los ricos para darle a los pobres”.
La acción transcurre en época de cruzadas, donde las disputas de poder por las tierras entre Inglaterra y Francia son cosa de todos los días. Entre tanta barbarie se encuentra Robin Longstride, alias Robin Hood (Russell Crowe) alejado de su ejército y acompañado por sus fieles compañeros guerreros. Sus dones patrióticos y códigos de hombría lo ubican en el lugar incorrecto en el momento justo, arriesgando su vida para salvar a su pueblo, Nottingham.
Hay dos opciones a la hora de encarnar una película de reconstrucción histórica. Una es basarse en documentos reales, con datos específicos como fechas y nombres, buscando darle mayor veracidad al relato. La otra, apoyarse en la leyenda haciendo gala de los elementos míticos que conviertan a la historia en fábula o fantasía. Ridley Scott elige la primera opción, haciendo de su Robin Hood un drama épico. No por nada antes de realizar su versión de Robin Hood, dirige para la TV un documental llamado The Real Robin Hood (2010). Robin Hood con Russell Crowe es una película bélica muy diferente al film de aventuras que protagonizó Kevin Costner, por mencionar sólo un ejemplo de las tantas versiones cinematográficas sobre el héroe de arco y flecha.
Se sabe que el director de Hanníbal (2001) siempre tuvo más cercanía hacia este tipo de relatos, en cuanto a films de reconstrucción histórica se trate; pensemos en 1492: La Conquista del Paraíso (1492: Conquest of Paradise, 1992) o la mismísima Gladiador (2000). En ese sentido, su Robin Hood está cargado de matices que tienen que ver más con códigos de lealtad y valentía -y patriotismo- que con ideales románticos como la libertad y el amor.
Pero vale destacar que como film de guerra que es funciona, y bien: el relato esta repleto de estrategias militares, conspiraciones, traiciones, así como de batallas cuerpo a cuerpo y coreográficas peleas filmadas con un ritmo frenético sin desdeñar la estética sórdida propia del estilo autoral de Ridley Scott.
Así, esta dupla ganadora del Oscar por Gladiador sigue intentando volver a sus fuentes y, de alguna manera, al film que tantos elogios les hizo cosechar. Lo cierto es que tal vez este personaje icónicamente ligado a otro tipo de historias no cuadre bien al realismo que Scott-Crowe le impusieron. Y, desde este punto de vista, seguiremos extrañando a Kevin Costner.