Robo a la altura de las circunstancias
La premisa de Robo en las alturas es un lugar común de la comedia en general. Esto es, pongamos a los personajes más incompetentes a realizar una tarea excesivamente compleja. Y ya lo dijo (o lo repitió) Alejandro Dolina: el humor es básicamente poner una cosa donde no va. El irregular Brett Ratner no olvida nunca estos preceptos durante el desarrollo de su película, por lo que las cosas funcionan bastante bien.
Robo en las alturas es otro film sobre un robo absurdamente complejo realizado por gente que no ha robado más que un kiosco en su vida. Retoma elementos de Ladrones de medio pelo de Woody Allen y también de Las locuras de Dick y Jane (de esta última no sólo a Téa Leoni, sino también algún detalle importante del argumento). Puntualmente, Josh Kovacs (Ben Stiller) planea robar a su propio jefe, Arthur Shaw (Alan Alda), quien es acusado de estafa y ha perdido el dinero de la jubilación de todos sus empleados. Para esto reúne un grupo de gente inexperta pero con rencores hacia Shaw, y a su vecino, un ladrón semi-profesional llamado Slide (Eddie Murphy).
Más allá de la participación de Matthew Broderick en este film, las obvias estrellas de la comedia en el elenco son Stiller y Murphy. El bueno de Ben está como siempre, o al menos, con su forma de hacer personajes de los últimos años. A esta altura, si no te gusta, es difícil que lo puedas soportar, y así como a veces sostiene films flojos, aquí encaja bastante bien con sus gags típicos. Hay un chiste que siempre hace muy bien, cuando sus personajes están nerviosos o enojados e intentan explicar algo y no encuentran las palabras, para terminar dando vueltas en círculos con sus discursos o inventando absurdos neologismos para al final no decir nada. Si Will Ferrell es el rey de estos monólogos disparatados, Ben Stiller es el príncipe, mientras por estas tierras seguimos con el “a comerla…” de Guille Francella.
Por el otro lado, tenemos a Eddie Murphy que por fin está excelente. Hace un personaje ingrato y traidor como Slide, exagerando lo que tiene que exagerar para lograr la parodia, pero conteniéndose lo suficiente como para no volverse insoportable. Está en gran forma para sus 50 años y además, no está fuera de registro, todo lo contrario, encaja perfecto en la estructura del film.
Por último, decir que Ratner nunca deja de lado la premisa inicial y juega todo el tiempo con el desmoronamiento de un plan hecho para fallar. Y aunque por momentos pierda la capacidad de sorpresa, el buen ritmo y las buenas actuaciones convierten a Robo en las alturas en un film digno y entretenido.
Me permito un comentario al margen sobre un tema tratado en este film y que contantemente aparece en el cine norteamericano, sobre todo luego de la crisis de 2008. Uno nunca termina de sorprenderse de lo hijo de putas que son los sistema de vida estadounidenses. Me refiero a salud, educación, jubilación, etcétera. Si estudiás en la universidad, debés sacar un pesado préstamo para costearlo; si no pagás el seguro médico, te pueden dejar morir en un hospital; si te atrasás un par de cuotas de la hipoteca, hay muchas posibilidades de perder la casa; y si cometés ciertos errores probables con el dinero de tu jubilación, vas a morir pobre o en la miseria. No es este el momento ni el espacio para hacer un análisis socioeconómico de estos temas, ni para escribir un panfleto berreta estilo Marcos Aguinis. Tampoco es nada nuevo, sólo que sorprende la recurrente aparición de estos tópicos en el cine estadounidense, y no sólo en los documentales de Michael Moore o en el cine indie.