Entre la violencia y la ética
La película está bien hecha, cuenta con correctas actuaciones, entre las que se destacan Gary Oldman, como Dennett Norton, el científico y Samuel Jackson, el presentador de las noticias. El problema es que la historia no exhibe tanta acción como puede pedir el amante del otro "Robocop".
A fines de la década de 1980, "Robocop" tenía un señor director, venido de los Países Bajos, Paul Verhoeven, que llamaba la atención por un estilo que reunía violencia y erotismo. Su trabajo posterior, "Bajos instintos", que consagrara a Sharon Stone y Michael Douglas, reiteró esos sesgos.
El tiempo pasó y por supuesto, todo éxito tiene un destino inevitable, el reciclado. Esta vez se eligió a un director más joven, especialista en violencia, claro que una violencia quizás más blanca que la de Verhoeven. Se trata de Jose Padilha, el de "Tropa de élite".
Esta vez "Robocop" tiene varios momentos en que los medios se ocupan de él. Parece que los medios de comunicación en el futuro inmediato, van a tener más importancia que ahora y también, por lo que vemos, la sociedad acrecentará la violencia. Por eso, como se dan cuenta que los robots cuidan como pueden el mundo exterior y no son demasiado bien recibidos por los hombres, deciden crear uno que tenga algo de humano, o mejor incorporar un humano a lo robótico y que oficie de cuidador de la seguridad.
UN HOMBRE-MAQUINA
El hecho recae en un policía que pierde parte de su cuerpo en un atentado, Alex Murphy (Joel Kinnaman). El injerto hombre-máquina lo hace un Frankestein de la primera hora, el doctor Dennett Norton (Gary Oldman), que tiene un montón de dudas morales sobre el experimento, como si hay que esperar más tiempo para perfeccionarlo, o se pregunta si la familia no lo perdería cuando fallen sus implantes en la memoria y otros problemas similares.
Pero, sobre todos ellos, pesa Omnicorp, la compañía que los maneja y que no tiene tiempo para sentimientos. Robocop es creado y su familia comienza a comprender que los sentimientos, para las necesidades de determinadas corporaciones, no son imprescindibles.
VISION MEDIATICA
La película está bien hecha, cuenta con correctas actuaciones, entre las que se destacan Gary Oldman, como Dennett Norton, el científico y Samuel Jackson, el presentador de las noticias.
El problema es que la historia no exhibe tanta acción como puede pedir el amante del otro "Robocop", porque en este caso se le da más importancia a la visión mediática, al dilema ético y a alguna filosofía de bolsillo.
Este Robocop torturado, acosado por las multinacionales, extrañado por la familia, odiado por el Departamento de Policía, al que descubre corrupto, se mueve en un espacio problemático, pero no exento de atractivos. Veremos el próximo Robocop hacia qué lado apunta.