Sin corazón pero con dignidad.
De antemano la remake de RoboCop jugaba con -al menos- dos goles en contra. Primero por el simple hecho de ser una versión del clásico de Paul Verhoeven, el cual englobaba a su favor varios rasgos de la ciencia ficción y coqueteaba con la clase B pero que nunca dejaba de mantener un tono crítico, incluso desde varios ángulos (todo esto bajo una capa de ultraviolencia y bestialidad indeleble). En segundo lugar, la presencia de José Padilha como director bajaba aún más las expectativas, basta recordar su prontuario en su país: el díptico Tropa de Elite y el documental Ómnibus 174, las tres películas cortadas por el mismo filo fascista… alguno podría pensar que fue precisamente esta característica de su filmografía la que lo llevó a tener su oportunidad en Hollywood.