La saga animada de Rock Dog — hasta el momento, una trilogía, pero con la puerta abierta para más entregas — fue alterando su equipo con cada film y esos cambios bruscos se fueron reflejando en las diversas historias protagonizadas por Bodi, el perro protagonista cuyo sueño siempre fue el de abrirse paso en la industria musical. El primer largometraje fue el más logrado, con un director interesante como Ash Brannon (Reyes de las olas), y con las voces en su versión original de J.K. Simmons, Sam Elliott, Matt Dillon y Luke Wilson, como el perro rockero.
En 2021 llegó su secuela, Renace una estrella, con Mark Baldo como realizador, voces renovadas (Wilson se fue para no volver) y la historia de Alec Sokolow, coguionista de Toy Story, centrada en la concreción del anhelo de Bodie y su alejamiento del entorno familiar, una comedia musical sin demasiadas aspiraciones que se quedaba a mitad de camino entre la crítica a la industria y el abordaje sentimental de la relación del perro con sus seres queridos.
La flamante Rock Dog 3: rockeando juntos presenta, otra vez, modificaciones en su tándem, con Anthony Bell (Adult Swim) como director de esta entrega que tiene una primera hora muy atractiva, con Bodi sumándose como jurado y coach a un cruel certamen de canto y su lucha por hacerles encontrar “la armonía en la música” a las integrantes de una girl band que perdió el rumbo. La propuesta, aggiornada para los tiempos que corren, cuenta con canciones pegadizas y diatribas filosas sobre la complejidad de ser genuino cuando se fomenta lo prefabricado. Sin embargo, sobre el final, Rock Dog 3 cae al incluir caprichosamente escenas de aventura que no aportan demasiado y que estiran el metraje más de lo necesario.