Filme de animación pequeño, sin pretensiones, en donde el valor está por ser una historia sencilla, simpática y bien contada. No se debe esperar originalidad ni desde la narración, recurrencia a la historia de un hijo que va a contracorriente del mandato paterno.
Un viejo perro ovejero, héroe de expulsar a los malos lobos de la comarca, tiene como ayuda solitaria a su único hijo, y su estrategia de disfrazar a las ovejas que debe cuidar como un ejército de perros ovejeros. La historia de la humanidad da cuenta de esta estrategia.
Pero Bodi tiene otros anhelos, le apasiona la música, prohibida por su padre por considerarla un medio de distracción.
La situación así `planteada se quiebra cuando de de un avión caen por accidente muchos objetos, entre ellos una radio y Bodi conoce el Rock, y esto no tiene vuelta atrás. Va en busca de su pasión, y ella se encuentra en la gran ciudad.
Casi como un calco de muchas otras, por ejemplo “Happy Feet”(2006) en la que un pingüinito, en vez de cantar como todos sus congéneres, zapatea. La ida y el regreso, primero desazón luego héroe. En este caso se cumple el dicho que la música clama las fieras.
Dirigida por Ash Brannon,el mismo de “Toy story 2” (1999), sabe utilizar los tiempos y los personajes que se cruzaran en ese viaje del perro que quiere cantar, un gato rockero en problemas con la composición, un par de artistas callejeros., y los malos lobos que están en todas partes,
Un filme para chicos con recurrencia al chiste y guiño a los adultos.
Lo que quiere contar lo cuenta bien, lo que quiere decir lo dice, y se entiende, además entretiene. ¿Que más?