Tras el estreno exitoso (en cuanto a los números de la taquilla, los logros artísticos fueron más cuestionables) de Bohemian Rhapsody, llega Rocketman, basada en la vida y la carrera de Elton John, dirigida por Dexter Fletcher, curiosamente o no, quien se hizo cargo de terminar la biopic de Freddie Mercury y Queen al ser despedido Bryan Singer.
La vida del músico inglés, creador de innumerables hits, se desarrolla cumpliendo los típicos pasos que el cine instituyó para contar el surgimiento de cualquier ídolo: su formación, su éxito, las adicciones y la soledad de la fama y el final o la nueva chance (según corresponda). Ascenso, caída y renacimiento/mito. En este caso con la particularidad de que Elton John está vivo. Y es uno de los productores del film. Lo que no impide que se muestre el lado oscuro.
La vida se cuenta a partir de flashbacks que el protagonista relata en medio de una reunión de AA, a la que llega, sabremos a medida que avance el film, en su peor momento y vestido de diablo.
Entonces comprenderemos que así como la intervención de los padres es esencial para conformar la personalidad de Elton, y su búsqueda del reconocimiento y del cariño permanente (seguramente simplista en el origen del trauma psicológico y en la resolución de “abraza y perdona a tu niño interior”), el vínculo de amistad posterior con Bernie Taupin (con quien construyeron la dupla compositiva que aún permanece intacta) también se convierte en central.
Evitar lo edulcorado de Bohemian Rhapsody en cuanto al retrato sexual y el de adicciones (drogas y alcohol), es una decisión acertada. Y por lo menos aporta una complejidad que no concede toda la construcción al desarrollo del estereotipo.
La aparición de las canciones aporta un toque creativo más que interesante. Casi cuadros musicales (muchos de ellos al mejor estilo Broadway), no aparecen sólo para afectar el sentimiento del espectador y empatizar con facilismos en busca del recuerdo emocional, sino que se vuelven parte integrante del argumento, complemento necesario, a lo que se le suma el juego con la coralidad de varios personajes haciéndose cargo de las canciones e interpretándolas como parte de la trama.
Párrafo aparte para las actuaciones que son un plus destacadísimo. Además de Gemma Jones, Richard Madden, Bryce Dallas Howard (como una madre impiadosa) y Jamie Bell (brillante como Bernie Taupin), lo de Taron Egerton, manejando con excelencia todos los estadios de su protagonista, es una labor consagratoria.
Extravagante, exagerada, kitsch, sentida y honesta como el protagonista que retrata, Rocketman, la biopic sobre Elton John, se luce y entretiene.