Entre cuadros musicales, el rocketman lyrics despega a la fama exorcizando traumas.
Después del furor de Bohemian Rhapsody, el biopic del líder de Queen, Fredy Mercury, llega Rocketman, la cinta que indaga la vida de otro músico muy famoso: Elton John. Despegándose de la estricta biografía, esta se asemeja más a un musical fantasy, construyendo un universo delirante, combinado con un melodrama de intensa carga emocional.
Las puertas se abren, y de repente vemos a Elton (un magnífico Taron Egerton) con su traje de diablo, cubierto de piedras brillosas, y no está entrando a brindar un show con miles de personas, sino a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Dejando al grupo asombrado, se sienta en una de las sillas que conforma el círculo y allí confiesa su actual verdad: que es adicto a todo tipo de drogas y al sexo.
A partir de semejante revelación, la narración se estructurará en un ida vuelta temporal conformado por números musicales, mostrando las distintas etapas de la vida del cantante. Desde su dramática infancia, la de un niño con padres poco afectuosos que debe alimentar solito su talento innato para la música; hasta su ascenso meteórico a la fama, y sus vínculos más importantes como el de su amigo y compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), o el de su amante manager John Reid (Richard Madden), por cierto muy conflictivo.
Un hombre que a pesar de tener el mundo a sus pies, talento y fama; se siente muy solo y le sigue sopesando el rechazo de un padre indiferente, una mujer carente de instinto maternal, además de tener que luchar con los prejuicios de una sociedad conservadora, por ser “distinto” a los demás. Es en los Estados Unidos, donde puede liberar su potencial artístico, para convertirse en un verdadero Rocketman.
Si bien la cinta indaga de manera operística y algo banal su vida personal, a pesar de que surjan temas complejos como las drogas y su elección sexual, la historia gana desde su flanco musical. Los cuadros son luminosos, pegadizos y a través de ese recorte biográfico, escuchamos sus canciones más simbólicas y populares (¡aunque no está Sacrificio!), interpretadas por un acertado Egerton que parece captar la esencia del artista a la perfección.
Toda la extravagancia, la ampulosidad, el artificio, los brillos y los excesos que convierten a Reginald Kenneth Dwight en Elton John, funcionan como un escudo emocional para cubrir el dolor, y a su vez sublimar lo que siente ese pequeño vacío de amor; ese niño que solo necesitó un beso y un abrazo dado a tiempo. "El arte consiste en crear mitos para revelar la verdad. Esta es la vida de Elton en clave de fantasía musical. Hemos querido celebrar la imaginación, la creatividad y las maravillosas posibilidades de Elton John", describe con certeza uno de los productores del film, y nosotros lo apoyamos.