Rocketman es una película llena de contradicciones. Esta biografía del músico Elton John pertenece al género musical, no solo al biopic de un músico. Es decir que tiene números musicales con coreografías, fantasía, momentos pertenecientes al universo del cine musical más allá del registro de las actuaciones de Elton John o sus ensayos y grabaciones. En ese aspecto es mucho más sofisticada que otras películas de la última década y se acerca a films como All That Jazz, por citar un título con el cual Rocketman tiene algunas similitudes. Por otro lado no se priva de ninguno de los lugares comunes más obvios a la hora de retratar la vida privada del artista. Se ajuste o no a la realidad biográfica –eso no tiene ninguna relevancia a la hora de juzgar los valores cinematográficos- lo cierto es que se ve como una ametralladora de clichés con tres o cuatro momentos de vergüenza ajena. Tal vez todos los músicos tienen la misma vida, pero sea o no así, las novedades de cine se reducen muchísimo. No es lo único contradictorio, no es lo único desparejo de este film. Lo que empieza como una mirada despiadada del artista termina con una apología y festejo feliz de un nivel de inocencia y cursilería que no tiene precedentes en el cine del siglo XXI. Pero a esto hay que hacerle una aclaración: Rocketman es tal vez la primera autobiografía por encargo completamente autorizada por el protagonista. Elton John productor parece resumirse en estas contradicciones, y lejos de que esto sea malo, terminando siendo el corazón mismo de esta película. Rocketman es como se ve Elton John a sí mismo, un egotrip narcisista pero lleno de amor y ternura, con un carisma arrollador que hace que la película se pase volando. Elton John es adorable, el de la película y el verdadero de las imágenes de cierre.
Los números musicales son para atesorar, todos ellos, más cerca del musical en estado puro que de cualquier intento grave de registro de la historia del artista. Más cerca del Hollywood clásico que del realismo contemporáneo. La película podría durar el doble y sería una fiesta. Con momentos muy obvios y ridículos, tal vez como una rueda de terapia de grupo con una sola persona contando su historia, pero con muchos momentos luminosos. Del lugar común a la gloria, de la obviedad a la simpatía sin límites, así es Rocketman, la biografía más ñoña y querible que se haya visto en los últimos años.