Star Wars: Episodio 3.5
Rogue One: Una historia de Star Wars (Rogue One: A Star Wars Story, 2016) se presenta sin número ni prólogo escrito y con el subtítulo “una historia de Star Wars”, la primera de varias que van a relevar a la franquicia por cada año que Disney no produzca un episodio “oficial”. Viene a rellenar el período de tiempo entre los episodios tres y cuatro, dramatizando la historia de cómo la Alianza Rebelde robó los planos de la primera Estrella de la Muerte.
El film es pues una precuela. Compárenla con la infame trilogía de George Lucas y apreciarán que su sarta de precuelas, con todas sus fallas y obscenidades, proveían una adición lógica a la historia: completar la épica de la familia Skywalker, espejar una historia de esperanza y redención con una contracara trágica y pecaminosa. En el gran esquema de la saga, Rogue One: Una historia de Star Wars (dirigida por Gareth Edwards) es mejor película pero tiene la relevancia de una nota al pie de página informando sobre un detalle que nunca interesó a nadie.
En verdad el film tiene la ventaja de ocurrir inmediatamente antes de Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza (Star Wars, 1977), así que está obligado a contar una historia autosuficiente que no dependa de futuras continuaciones. Los guionistas Chris Weitz y Tony Gilroy no han cortado esquinas: el final es suficientemente conclusivo que salimos con la satisfacción de haber visto una película con principio, medio y fin más que un gambito para el siguiente episodio. Y es un buen fin.
Técnicamente sólo el tercer acto comprende el robo de los planos. Los primeros dos tercios de la película son entretenidos pero no poseen la contundencia del desenlace. Como Star Wars: El despertar de la fuerza (Star Wars: Episode VII - The Force Awakens, 2015), arrancamos con protagonistas diseminados a lo largo de varios planetas y la trama básicamente los persigue con un torrente de urgencias y explosiones hasta que unen fuerzas y quedan definitivamente encauzados con una motivación clara y proactiva en vez de reaccionaria.
La figura central de la historia es Jyn (Felicity Jones), quien para variar es una granjera presumida huérfana de un planeta desértico. La Alianza la recluta para ayudar a rastrear y rescatar a su padre Galen (Mads Mikkelsen), el reticente artífice de la Estrella de la Muerte y la clave para desbaratarla. La escoltan el parco Cassian (Diego Luna), que tiene órdenes secretas de matarlo, y el androide K-2SO (voz de Alan Tudyk), que posee la compulsión pesimista de C-3PO pero con más picardía cómica. A lo largo de sus aventuras se les suma un elenco multicultural de personajes superficialmente simpáticos pero que no parecen tener otro propósito que satisfacer una cuota de corrección política.
El film es consciente del enorme patrimonio de la serie pero no abusa de él. Hay algunos cameos y guiños simpáticos, una recreación digital asombrosa (y un poco tétrica) de Peter Cushing como Moff Tarkin y Darth Vader (voz de James Earl Jones) aparece en un par de buenas escenas, más como un sello de calidad que por necesidad. No escapamos escenas que parecen ya ser obligatorias como la granja recóndita y el bazar alienígena, pero por otra parte el film tiene la dignidad de no forzar duelos de espadas láser o batallas espaciales donde no debería haberlas.
Lo importante es que Rogue One: Una historia de Star Wars termina eligiendo contar su propia historia antes que vivir expresamente de la buena voluntad de los fans, desarrollando la temática del compromiso y el sacrificio sin concesiones fáciles.
Ignorando la cínica maquinaria detrás de la producción de la película y el histórico estándar de excelencia de la serie - en definitiva, juzgando a la película por su valor neto e intrínseco, si tal cosa es posible - Rogue One: Una historia de Star Wars es un divertimento de verano perfectamente satisfactorio. En principio desprolijo y un poco cliché, el film va ganando envión y se termina destacando por su humor, su energía subversiva y alguna que otra decisión osada. Es la película que a Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) le hubiera gustado ser.