Esta es la precuela de la secuela de la precuela que estabas buscando
Se estrena Rogue One, Una Historia de Star Wars (Rogue One: a Star Wars Story, 2016) y con ella, renacen toda una serie de cuestiones que nos preguntamos cada vez que un film de este maravilloso universo sale a la luz: ¿dónde ubicamos la historia? Así como sucedió con Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens, 2015), este año las líneas temporales –y los memes, por supuesto– inundan Internet intentando explicar el lugar que ocupa este nuevo film de Disney.
Hagamos un pequeño repaso, entonces: en 1977 se estrena La Guerra de las Galaxias (Star Wars), una space opera dirigida y pensada por George Lucas que narraba la historia del joven Luke Skywalker en su pelea contra el Imperio –y su malvado representante, Darth Vader– luego del asesinato de sus tíos. Acompañado del maestro Jedi Obi Wan Kenobi, Skywalker recorre el camino del héroe de la mano de la princesa Leia, el piloto Han Solo y su camarada Chewbacca, y dos simpáticos droides, R2D2 y C-3PO. Finalmente –y si no la vieron, spoiler alert– la Alianza Rebelde logra destruir la Estrella de la Muerte y, aparentemente, la galaxia vuelve a estar en paz. Nadie pensaba que el film iba a ser un éxito de taquilla y que, al mismo tiempo, no sólo cambiaría la forma de realizar películas sino que abriría las puertas a un mundo fantástico de fanáticos apasionados por las historias de este increíble universo.
En 1980, se estrena El Imperio Contraataca (Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back) y es aquí cuando el primer film se retitula Una Nueva Esperanza y se lo considera como el “episodio cuatro” (Star Wars: Episode IV: A New Hope). Dieciséis años después del estreno de El Regreso del Jedi (Star Wars: Episode VI – The Return of the Jedi), Lucas lanza tres películas que llenan el hueco de los episodios I, II y III, y que cuentan cómo Darth Vader se convirtió en un agente del Lado Oscuro: Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma (Star Wars: Episode I – The Phantom Menace, 1999), Star Wars: Episodio II – El Ataque de los Clones (Star Wars: Episode II – Attack of the Clones, 2002) y Star Wars: Episodio III – La Venganza de los Sith (Star Wars: Episode III – Revenge of the Sith, 2005). El círculo estaba completo, y más allá de algunas series animadas que expandían el universo estaruaresco, las historias sobre la familia Skywalker llegaron a su fin.
O eso creíamos, hasta que Lucasfilm Limited –la empresa de nuestro amigo George– fue adquirida por el gigante Disney, quien consideró que no hay tal cosa como “demasiadas películas sobre Star Wars”, y para alegría (y no tanto) de muchos fans, anunció que todos los años veríamos un nuevo film sobre este universo. Así se estrena en 2015 Star Wars: El Despertar de la Fuerza, cuyo lugar en la saga es muy fácil de explicar. Sin embargo, no sucede lo mismo con Rogue One, o al menos si no se tiene en claro la cronología de estos films. Rogue One es una precuela, sí, en tanto no continúa con los hechos que vimos el año pasado y en tanto sucede antes de los hechos del episodio cuatro, es decir, del film de 1977.
La otra característica fundamental de esta película es que es el primer spin off; no asistimos a una historia sobre la familia Skywalker, sino sobre aquellos valientes miembros de la Alianza Rebelde que pudieron obtener los planos de Estrella de la Muerte. El mérito del equipo de producción de Disney es haber realizado una excelente historia a partir de un loop hole –o sea, un agujero en el guión– de Una Nueva Esperanza. Para quienes lo recuerden, la Estrella de la Muerte era considerada una máquina perfecta capaz de destruir un planeta entero, pero poseía una falla estructural determinante: un simple disparo por un conducto desde la superficie de la gigantesca nave podía aniquilarla por completo. En este sentido, Rogue One se encarga de tomar lo que parecería una apurada resolución para Una Nueva Esperanza y explicar por qué todo tiene su razón de ser.
A partir de aquí, querido lector, lee bajo tu propio riesgo, ya que se pueden incluir spoilers sobre la película
Rogue One, a diferencia de las anteriores películas de la saga, es un film bélico sobre un grupo de individuos que deben traer esperanza a la galaxia, y a la causa rebelde. En este sentido, los personajes están delineados de una manera diferente a las películas anteriores: a pesar de las numerosas reescrituras que tuvo el guión, y de la cantidad de personas involucradas en él, la narración logra mantener una coherencia interna sin necesidad de explayarse o sentar bases para futuras películas, como sí debió hacer El Despertar de la Fuerza. Por el contrario, Rogue One es un spin off autoconclusivo, en cierta manera, lo cual también implica que los creadores del film tuvieron una mayor libertad (y osadía) para hacer lo que quisieran con los personajes, siempre que al final obtuvieran –de alguna forma u otra– los planos de la Estrella de la Muerte.
La historia del grupo rebelde se dispara a partir de la vida personal de Jyn Erso (Felicity Jones), y este es quizás uno de los puntos flojos de la película: estructurar la narración y el destino de toda una galaxia a partir de los daddy issues de una joven adulta. Constantemente Jyn intentará escapar de una guerra a la que ha sido involuntariamente arrastrada, al ser su padre (Mads Mikkelsen) obligado a colaborar con el Imperio en el departamento de desarrollo armamentístico. Aquí se explica el famoso plot hole de Una Nueva Esperanza: ¿cómo una nave del tamaño de una pequeña luna, con tanto poder destructivo, pudiera destruirse con tanta facilidad? Pues porque papá Erso fue obligado a construirla, y se aprovechó de su rol vital para incluir una falla en el sistema que permitiera hacer volar esta máquina de matar en mil pedazos.
En el camino por conseguir los escurridizos planos, Jyn se encontrará con variopintos personajes: el Capitán rebelde Cassian Andor (Diego Luna); K-2SO (Alan Tudyk), un reprogramado droide imperial que servirá como el comic relief del film; Bodhi Rock, un piloto desertor (Riz Ahmed); Chirrut Îmwe (Donnie Yen) y Baze Malbus (Wen Jiang), dos guardias de un templo Jedi; y Saw Guerrera, un extremista rebelde (Forest Whitaker).
Gracias a sus personajes es que Rogue One se mueve en una zona compuesta por grises: a diferencia de las películas que le continuarán en una cronología narrativa, aquí los colaboradores del Imperio dudan de los actos que (algunos obligados) comenten –al punto de desertar para expiar sus almas, como Bodhi Rock– y los valientes luchadores de la Alianza Rebelde asesinan a inocentes para favorecer a su causa. En este sentido, todos intentan proceder como creen que deben hacerlo para conseguir el objetivo, aunque no siempre signifique hacer lo correcto.
Por el otro lado, conocidos personajes hacen apariciones a lo largo de toda la película, ya sea en forma de cameo –como C-3PO y R2D2, o dos bribones que intentan pelearse con Luke e Una Nueva Esperanza–, con roles significativos en el film –como Darth Vader, Mon Mothma y el papá adoptivo de Leia, Bail Organa– o mencionados en un diálogo –Obi Wan Kenobi y la princesa Leia–. Sin embargo, la verdadera “aparición” –en el sentido fantasmagórico del término– que se lleva los aplausos es la resucitación del actor Peter Cushing (quien lleva veinte años descansando en paz) como el Gobernador Grand Moff Tarkin: a partir de la excelente tecnología que desarrolla año a año Industrial Light & Magic, la cara y voz del actor fueron recreados para darle vida al personaje, quien participa en bastantes fragmentos de la película. Sólo resta preguntarnos si fue una decisión correcta en términos morales.
Quizás una de las más grandes fallas es el de la banda sonora: Michael Giacchino compone un trabajo al nivel de la saga… hasta que altera partes de los leitmotivs más conocidos de las obras maestras creadas por John Williams. Por lo demás, Rogue One deleita con la composición cinematográfica de algunos planos que, para bien y para mal, te dejan sin aliento. Al salir, lo único que podemos repetir es I am one with the Force and the Force is with me. Y correr a la boletería para volver a entrar.