El corazón de la galaxia
Cuando en 1977 se estrenó La guerra de las galaxias (Star Wars) el mundo conoció un imaginario cuya perfección sería fuente inagotable de inspiración para millones de espectadores. Una de las características más notables del cine clásico norteamericano y todos sus derivados es la de ser un manual de moral, la de transmitir a lo largo de cientos de films miradas éticas y conceptos filosóficos que han sido nuestra escuela, nuestro espacio permanente de reflexión acerca del ser humano. Star Wars ocupó ese espacio para una nueva generación. No cambiaron las ideas, cambió el imaginario cinematográfico que las rodea. Star Wars es un antes y un después en la historia del cine por su condición de ser la summa de un gigantesco cuerpo mitológico que incluye religiones, textos filosóficos, literatura del Medioevo, folletines del siglo XIX y varios géneros cinematográficos clásicos, tanto de Hollywood como de otros países como Alemania o Japón.
Tres películas fueron la trilogía original a la que se le sumaron después tres más. En paralelo creció una literatura cuya popularidad fue menor pero tuvo también tuvo seguidores. Un par de ramificaciones cinematográficas y televisivas sumaron más material, generando un universo que, como los mitos clásicos, creció a punto de exceder la historia original. Las ediciones especiales que su creador George Lucas realizó, funcionaron también como prueba de que los mitos sufren mutaciones que hace que no todos conozcan la misma historia. Siempre, claro, dentro del mundo del cine, que tiene muchos condicionamientos. Pero tal vez todos los mitos nacieron así, condicionados por elementos que los llevaron a la gente. Pero fueron las personas las que con su aprobación lograron que esos mitos sobrevivieran. El cine es más exitista, pero tanto El despertar de la fuerza como ahora Rogue One prueban que la mitología de Star Wars está intacta, tan solo hay que renovar su forma para las nuevas generaciones. George Lucas pasó su testimonio para que la saga crezca y siga avanzando.
Rogue One: Una historia de Star Wars es una precuela de La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977). Bueno, seamos ordenados: Es una precuela de Episodio IV: Una nueva esperanza. El nombre de La guerra de las galaxias en la cronología de la saga. Parecía raro colocar una historia antes del Episodio IV cuando ya se habían hecho los tres episodios anteriores. No solo parecía raro, parecía un poco forzado. Pero cuando termina la película queda demostrado que la totalidad del relato encaja a la perfección con la saga y lo hace de una forma tan precisa y brillante que uno cree que fue escrita junto con La guerra de las galaxias. Será difícil para un espectador seguidor de las películas no aplaudir al terminar. Solo el pudor nos impide hacerlo, aunque la satisfacción se notará en nuestros rostros.
Acá termina la críticas sin spoilers, a partir del siguiente párrafo se analizan elementos claves del guión de la película. Los lectores que no han visto la película y no quieren saber cómo termina, son invitados a dejar de leer.
En el año 2016, la locura por saber mucho de la película, incluso todo, antes de verla, ha llegado a un punto muy alto. En lo personal, prefiero no saber nada que no necesite antes de ver estas películas. Rogue One, con tanto fan dando vueltas y con tanto marketing alrededor, parecía que iba a spoilearse sí o sí. No es que haya sorpresas gigantescas como en El imperio contraataca o El despertar de la fuerza, pero lo mejor es no investigar y disfrutar con inocencia. Los seguidores de la saga, los que conocemos de memoria las películas, ya tenemos hecha la única investigación necesaria para captar los más pequeños detalles. Fuera de eso, la película tiene vida propia y un guión que no precisa esas conexiones. Es parte de algo más grande, pero funciona de forma individual.
Rogue Onetiene la estructura del camino del héroe que Joseph Campbell escribió en El héroe de las mil caras y que es uno de los pilares de la saga. En este caso la heroína es Jyn Erso (Felicity Jones) hija de Galen Erso, un ingeniero del Imperio que intentó huir para no colaborar con la construcción de la Estrella de la muerte. Las fuerzas imperiales lo encuentran, asesinan a su esposa y Jyn, aun niña, sobrevive como una marginal hasta convertirse en adulta. En ese momento ella es contactada por la Alianza rebelde con la esperanza de que los ayude a llevar adelante un plan contra el Imperio. Jyn se resiste y desconfía, como lo han hecho antes los otros protagonistas de los films de Star Wars. Ella se unirá a un grupo heterogéneo de marginales de dudosa reputación e intenciones, fragmentos de una resistencia cuyo único punto en común es oponerse al Imperio. Los cinéfilos verán en esto una mezcla de Los doce del patíbulo y Los siete samuráis, entre muchos otros films, pero aun sin ver esa conexión, el grupo que se arma es irresistible, todos los personajes son interesantes y uno siente empatía por ellos al instante. Por primera vez, incluso, dos personajes orientales de peso en la trama, parecen reconocer la influencia del cine y la cultura oriental en la saga.
La estética de la película está más cerca de un film de guerra que de uno de ciencia ficción. Aunque las espectaculares batallas espaciales siguen siendo asombrosas, el cuerpo principal de la película está armado con una paleta de colores más vinculada a la guerra en tierra, a las peleas cuerpo a cuerpo, más cerca de una guerra de guerrillas que de las batallas grandilocuentes de los primeros episodios. De esa manera los personajes ganan en dramatismo y es así como la identificación es total. Una vez más, por eso uno recuerda a los films arriba mencionados.
Aunque la naturaleza del film es trágica –se trata de uno de los films más oscuros de la saga- el sentido del humor de la película funciona a la perfección. Aquello que falló en Episodio I, acá tiene un nivel alto, en particular con K2SO, el robot de turno. Tan bien recupera las virtudes de la saga que aunque es una ramificación Rogue One merecidamente está dentro del cuerpo principal. Sus ideas del heroísmo, la lealtad, el compromiso, su mirada sobre los personajes es como la de los otros films y sus nuevos personajes encajan perfectamente con todo el imaginario.
Los fanáticos de Star Wars tendrán un festín extra, lleno de sorpresas e incluso sobresaltos. Varios personajes de La guerra de las galaxias vuelven a aparecer en cameos. Algunos –por no tener rostro- son fáciles de incluir, pero hay varios rostros digitales que vemos en esta película. Llevando un poco más allá la revolución digital (a esta altura con un peso comparable con la aparición del sonido o del color) dos personajes claves vuelven. Uno es Moff Tarkin (Peter Cushing, fallecido en 1994), que tiene varias escenas y que desde la primera vez que aparece deja a los seguidores de la saga con la boca abierta. Es tan fuerte ese momento que creo que hasta se pierden las primeras líneas de diálogo que dice. El rostro huesudo del genial Cushing ha sido recreado e interpretado por otro actor en el set. Su presencia es clave para la integración de la película con los demás films. Y aunque avisé que habría spoilers, ni de esa manera pondré quien nos regala el último plano de la película. Es demasiado fuerte como para escribirlo aquí. Pero es inolvidable.
Coherente con la saga inicial, cercana a la idea de modernizar pero sin alterar el estilo clásico de las películas originales, Rogue Onees una gran historia que emociona y conmueve por sí sola. Incluso tiene el poder de darle más fuerza dramática a las otras películas, poniendo en imágenes la historia de aquellos que lo dieron todo por la Alianza rebelde para luchar contra el Imperio. Como regalo de guión, sirve además para explicar uno de los puntos más endebles de la primera de las películas, como si la propia mitología lograra evolucionar para hacerse más fuerte. En el cine la fe no cuenta, hay que escribir buenas historias y tienen que cerrar. Rogue One no es un anexo forzado, sino más bien una pieza que hace más fuerte y poderosa a la saga más grande de la historia del cine mundial.