Que la fuerza los acompañe
En un tiempo de conflicto, luego de la caída de la Tercera República, el Imperio Galáctico Mandaloriano termina de construir el arma más poderosa de la galaxia: La Estrella de la Muerte capaz de destruir planetas enteros. Un grupo de rebeldes e improbables héroes debe llevar adelante la misión de robar los planos de la estación militar y entregarlos a los líderes de la Alianza Rebelde, mientras se enfrentan también al poderoso Lord Sith Darth Vader, discípulo del despiadado Darth Sidious.
El reto era gigante: hacer una buena película, que se sienta como Star Wars, pero sin caer en la misma historia. Y el resultado de Rogue One: Una historia de Star Wars, es una película con escenas llevaderas y otras con falta de emoción, donde mucho de lo que sucede parece estar en piloto automático.
La mayor parte de la acción por momentos llega a verse forzada, poniendo sobre todo la narración en manos de la casualidad y haciendo que los personajes aparezcan en el momento propicio. Incluso algunas decisiones de guion, como la autoaceptación de Jyn de ser una guerrera, sucede demasiado rápido. El disfrute de conocer nuevos personajes, de saber cómo unirían esta historia con el Episodio IV, los buenos efectos visuales, por momentos quedaban detrás del hecho de ya saber qué sucedería en cada momento.
Pero puede resultar injusto “matar” a la película por tratarse de predecible y no asumir suficientes riesgos. Con guion de Chris Weitz, Tony Gilroy, John Knoll y Gary Whitta, su director Gareth Edwards sabe aprovecharse de las herramientas que tiene a mano y jugar con planos que nos dejan por demás animados. La presentación del personaje de Jyn Erso (una extraordinaria Felicity Jones, a quien las escenas de acción le quedan muy bien y puede hacer lo que quiera y se lo creemos) es de lo mejor del film. Y luego tenemos a Ben Mendelsohn, como el Director Imperial Orson Krennic, y a Mads Mikkelsen, como Galen Erso, el padre de Jyn e ingeniero militar del Imperio. Ambos se debaten a un duelo actoral, que damos gracias poder ver en pantalla grande.
El resto de los actores, como Diego Luna y Forest Whitaker, no despiertan mayor interés; es Donnie Yen, de los secundarios, con quien seguramente todos simpaticemos más.
Y la música de Alexandre Desplat acompaña como siempre en casa escena. Y es innegable que se sumerge con facilidad en cada proyecto que encara.
Es evidente que el peso de la saga y toda la mitología que gira alrededor de Star Wars resultó una demasiada carga como para moldear una obra más cercana a la reinvención en su narrativa. La historia creada por George Lucas continúa, y parece imparable, pero al menos en esta oportunidad, no fuimos testigos de que los eventos circulen por lugares donde no se sienta el espacio firme y seguro. Rogue One se encargó más de complacer que de sorprender.