Rojo

Crítica de Paula Fossatti - CineFreaks

Eclipse, comunismo, sangre.

Rojo es el tercer largometraje de Benjamín Naishtat, previamente vimos en la pantalla grande Historias del miedo (2014) y El Movimiento (2015). Pero ahora nos enfrentamos a este film que nos trae desde el comienzo escenas cargadas de impotencia. Solo observamos un plano general fijo en el cual desfila un grupo de vecinos que vacían una casa, llevándose todo aquello que pertenece a algún lugar, un silencio inconmensurable; sin mucho preámbulo nos dirigimos inmediatamente a una discusión llena de palabras y violencia en un restaurante. La verborragia y el silencio de esas dos escenas ya nos prepara para enfrentarnos a un film con una temática cargada de cómplices, misterios, silencios y muertes.

La película se sitúa en un pueblo de provincia de Argentina, en el año 1975, cabe aclarar que estamos hablando del auge de la Triple A y de un Golpe de Estado que estaba tocando las puertas de la democracia. Rojo tiene como protagonista a Claudio Morán (Darío Grandinetti), quien es el abogado del pueblo, reverenciado por la comunidad, padre de familia y profesional de bien. Asimismo, la historia cuenta con un relato coral ya que cada personaje que se nos presenta acarrea un presente que incomoda y cuestiona los acontecimientos de la época, a partir de las miserias, encubrimientos, extorsiones y el eterno pálpito de la llegada a una de las épocas más oscuras que atravesó Argentina durante siete años.

Benjamín Naishtat se consagra con este filme al atravesar diferentes géneros, que van de la comedia negra (ministro recibiendo a los vaqueros norteamericanos), al thriller policial (el drama familiar), al policial (una estafa, una muerte y un detective) y porqué no decir de un western (con la presencia de desiertos).

Por último, me gustaría resaltar el excelente trabajo de arte y fotografía , la elección de colores, el vestuario, los eternos cigarrillos fumados, los cabellos engominados que juntos contribuyen al infierno que se vive en un pueblo pequeño en el que todos son cómplices al mirar hacia otro lado.