Choque de clases mexicanas
Pasaron 5 años desde el estreno de Gravedad (Gravity, 2013) y los 7 premios Oscars conseguidos por Alfonso Cuarón. Tras su odisea espacial el director mexicano presentó su nuevo film, uno que no podría estar más alejado en cuento a su realidad y ambientación. Roma (2018) cuenta la historia de una criada que vive en el seno de una familia de clase alta en el México de principios de los 70s. Fue presentada en el Festival de Cine de Venecia, y tras pasar por Toronto desembarcó en el Festival de Cine de Nueva York.
Si bien en un principio la película producida por Netflix no iba a contar con estreno comercial, el gigante de las películas y las series tuvo que ceder y lanzarla en salas para que pueda competir en los principales festivales del mundo. El film cuenta con la particularidad de ser presentado en blanco y negro, y según explicó el propio cuarón esto no es lo mismo que presentar el film en “sepia”. Según él, su intención es que el blanco y negro aleje al relato de cualquier tinte “nostálgico” y simplemente provea una estética que haga fluir la interacción entre los personajes sin que el espectador se distraiga por otra clase de estímulos.
Roma es precisamente el nombre del barrio donde transcurre la historia, y cuenta con un trabajo enorme de ambientación de época. El ruido de los autos, los vendedores ambulantes, los bares y toda clase de detalles que proponen un marco temporal claramente definido. Al ubicar la historia en los 70s, Cuarón se las ingenia para no desviarse de la trama principal y deslizar al mismo tiempo comentarios sobre la inestabilidad política del momento y pone en perspectiva el maltrato a la mujer así como la condición de inferioridad que sufría en ese tiempo, creando un fuerte contraste con una actualidad donde las mujeres tienen cada vez más peso y presencia en el orden mundial.
Yalitza Aparicio interpreta a Cleo, la criada que vive en una casa donde el seno familiar se encuentra en plena desintegración tras el abandono del padre. Roma es el debut absoluto de Aparicio, quien sorprende con una performance contundente. Si bien el suyo es un personaje de pocas palabras, muchas veces su lenguaje corporal es el que transmite los mensajes más claros, desde su mirada, su postura y su interacción con otros personajes.
Roma es el primer film rodado en castellano por Alfonso Cuarón desde Y tu mamá también (2001), y según dejó saber el propio Cuarón, no hubo mucha rigurosidad al momento de apegarse al guión, sino la idea de transmitir el concepto y ver adónde llegaban con eso sus interpretes. Gracias a esto los diálogos en el film fluyen, la naturaleza cotidiana de cada secuencia mete al espectador en el epicentro de ese hogar, junto con los avatares de la familia.
Con una duración de 135 minutos, es probable que en un principio exista el temor de encontrarse frente a un relato lento y redundante. Pero una vez introducidos en el conflicto, se entiende perfectamente el motivo por el cual es necesario contar con tiempo para transmitir el rango completo de emociones que la película tiene para ofrecer al espectador.
Roma es un ejemplo contundente de la forma en que un realizador puede utilizar todas las herramientas a su disposición para contar una historia llena de humanidad y corazón, involucrando al espectador y acercándolo a un recorte temporal con mucho para analizar.