“(…)De Sica plasma la secuencia que Bazin ponía como ejemplo: la joven criada entra por la mañana en la cocina, realiza una serie de gestos maquinales y cansados, limpia un poco, espanta las hormigas con un chorro de agua, coge el molinillo de café, cierra la puerta con la punta del pie. Y cuando sus ojos atraviesan su vientre de mujer encinta, es como si estuviera engendrando toda la miseria del mundo”. Excepto por las hormigas y el molinillo, la escena de Umberto D (Vittorio De Sica, 1952) que retoman en su teoría Bazin y Deleuze –y que marca de manera inevitable un antes y después en la historia del cine- podría hablarnos de Roma, la nueva película de Alfonso Cuarón.