Shakespeare resumido sin atisbo de pasión
A esta altura uno se podría preguntar qué tipo de cosa rara podría proponer una nueva versión para el cine del clásico shakespeareano por excelencia. Y lo raro de esta adaptación de Carlo Carlei es que justamente no ofrece nada raro.
Tampoco ofrece nada nuevo, ni tampoco el menor atisbo de originalidad en la puesta, y éste es el principal defecto de una versión de "Romeo y Julieta" que sin duda puede ser útil para que el público más joven se acerque a esta obra, o para que los adultos aprecien el fastuoso vestuario de un film producido por la mítica Milena Canonero.
Con la mirada más puesta en la clásica adaptación de Franco Zeffirelli, aunque con un concepto más naturalista y menos esteticista, y totalmente alejada de la versión iconoclasta de Bazz Lurman de 1996 que llevaba al mundo contemporáneo el eterno conflicto entre Montescos y Capuletos, esta película falla sobre todo en mostrar una auténtica pasión entre los dos protagonistas del título. Hailee Steinfeld es una Julieta aniñada que en el film parece recitar las palabras del Gran Bardo sin que sus facciones logren nunca exhibir las pasiones que la atraviesan y, tal vez, la culpa la tenga su partenaire Douglas Booth, que no por nada tiene entre sus créditos haber protagonizado un telefilm inglés sobre la vida del cantante Boy George.
Por otra parte, el director italiano Carlo Carlei se basa en una adatacion del prestigioso Julian Fellowes, absolutamente diseñada para simplificar a su mínima expresión el texto de Shakespeare, que no por archiconocido deja de ser complejo, lo que no se nota para nada en esta sencilla película donde lo visual muchas veces está puesto para reemplazar el espíritu de la obra. En este sentido hay que reconocer que, efectivamente, las imágenes impresas por el director de fotografía David Tattersal representan uno de los puntos más fuertes del film, sobre todo cuando la cámara está en exteriores, ya que igual que el vestuario impactante pero sin mucha personalidad- los interiores apuntan sólo a lucir bonitos, al punto de que hasta la cripta donde yace Julieta esperando despertarse con un beso de Romeo cosa que todos sabemos jamas ocurrirá- parece tan hermosa como para asegurar el más relajante descanso eterno.
De todas maneras, el elenco también ofrece algunas satisfacciones con grandes actores como Stellan Skarsgard que se luce como el Príncipe de Verona y, sobre todo, el talentoso y versátil Paul Giamatti como el sacerdote Lorenzo que apuesta a favor de la pareja diseñando el complot que no puede no fallar miserablemente.
Ahora lo peor del film, que se las arregla para arruinar incluso algunas buenas escenas, es la partitura de Abel Korzeniowski, omnipresente de principio a fin a lo largo de toda la película.