La más grande historia de amor otra vez contada
Franco Zeffirelli la filmó en 1968, inspirado por la innovadora versión teatral de Peter Brook; Baz Luhrmann, con Leonardo DiCaprio como Romeo, siguió en 1996; pero antes, no menos de 24 dramas musicales se escribieron sobre la trágica historia de amor y el número de adaptaciones teatrales, que se remonta a la primera publicación de 1597, no desmerece el calificativo de infinito. La historia de Romeo y Julieta es archiconocida y extensa; es el drama pasional definitivo, el romance por antonomasia. ¿Por qué molestarse en revivir al Bardo? Bueno, en primer lugar porque la historia nunca perderá intensidad. Y sobre todo, en segundo lugar, porque la generación Tiddlywinks podría ver más allá de Crepúsculo y conocer “the real thing”. La presente adaptación, escrita por Julian Fellowes (creador de la miniserie Downtown Abbey), no está exenta de cualidades, como respetar el inglés isabelino en verso de la obra, contar con una frágil y entrañable Hailee Steinfeld como Julieta y con el sólido Paul Giamatti como Fray Lorenzo. Sí, hay gusto a sacarina en el aire de Verona y Giamatti sobreactúa un poco, para compensar la flaqueza del entorno. Pero en el balance, hay mucha más pasión en esta enésima copia que en cualquier romance adolescente llevado a la pantalla.