María del Carmen, ama de casa con 50 recién cumplidos, es de esas mujeres dedicadas a su hogar, a su marido y sus dos hijos varones, hoy casi adultos. En esa casa con mayoría de hombres, el trago más amargo de tener que cocinar, lavar platos y ordenar la casa, pasa exclusivamente por ella. Cuando recibe como regalo de cumpleaños un rompecabezas, se revela un talento especial: puede armarlos muy rápido. Entusiasmada, vuelve al local donde le compraron el regalo para adquirir otro rompecabezas. Allí, un anuncio llama su atención: “Se busca compañero para torneo de rompecabezas”. A partir de allí decide vivir plenamente su nueva adicción, sin importar el desacuerdo de su familia.
Después de tener un paso brillante por los festivales de Berlín, Guadalajara, y San Sebastián, el filme de Natalia Smirnoff es minimalista, pero está lleno de delicados detalles, captados por la cámara de la directora de fotografía Bárbara Álvarez, que juega constantemente con el fuera de foco y con suaves movimientos; una cámara que sigue siempre a la protagonista, acompañándola en sus momentos más íntimos, permitiendo registrar sus cambios internos.
Los rompecabezas suponen un pasaje que va del desorden al orden, de lo irresoluble a lo resuelto; es allí donde radica la importancia de la metáfora, como elemento que reordena la vida de la protagonista, en el cuerpo de una ajustadísima María Onetto, muy bien secundada por Gabriel Goity y el gran Arturo Goetz.