No hay nada más que decir
María Laura Dariomerlo llega a su ópera prima tras varios años de pelea y a un estreno comercial que no es poco teniendo en cuenta que su film tiene varias particularidades y virtudes, esas que por un lado hablan de ciertos riesgos estéticos, ya probados en su cortometraje El beso que te di , en el cual contara con la actuación de Joaquín Furriel para una historia donde no hay una línea de diálogo entre la pareja protagónica y que puede relacionarse - tal vez - desde la temática con el universo de pocas palabras planteado en Rosa fuerte, protagonizada por Pablo Rago y Leticia Brédice.
La ambigüedad que se encarga de mantener la directora en el relato es tan sólida desde el guión como desde la escasa información que se dispersa en la puesta en escena, rigurosa en detalles y con una distancia adecuada entre la cámara y esta pareja que habla poco pero dice mucho desde sus gestos y silencios.
Él, Manuel (Pablo Rago), en constante amague de preparar el bolso y marcharse, harto de soportar a veces los humores erráticos o el destrato de Cristina (Leticia Brédice) en lo que en apariencia será un domingo más de una pareja en crisis.
Sin embargo, hay en ella cierto secreto que tarda en revelarse y en Manuel una actitud protectora, aunque también con signos de desgaste que lo llevan a reconocer el estancamiento habitual por el que pasa cualquier pareja, transcurrido el estadio del enamoramiento y la novedad.
A escondidas, Cristina recibe llamadas de un hombre a quien no duda en declararle afecto y decirle que lo extraña, sin tener presente que Manuel descubra esa potencial traición o al menos reaccione cuando se entere de lo que está pasando.
En Rosa fuerte, tal como demuestra el título colmado de connotaciones, el lugar del espectador no es para nada pasivo y si bien se juegan las cartas de un típico triángulo amoroso, en sus vértices se desarrolla de manera progresiva el desmoronamiento de una pareja, como si se tratara de un film que comienza cuando el típico había una vez … terminó: un cuento donde no hay nada más que decir.