El retrato imperfecto
Rosa Patria es un claro ejemplo de la lábil frontera entre el documental y la ficción, cuando se está dispuesto a trascender límites formales y a exponer explícitamente como parte del proceso creativo una búsqueda que, lejos de volverse un atajo hacia un lugar definido, abre la encrucijada que permite la reflexión y la necesidad de volver una y otra vez sobre los objetivos buscados. Afortunadamente, Santiago Loza –director de Extraño– se atreve con un anómalo ensayo documental, dejando su sello indeleble de calidad artística por sobre todas las cosas.
La virtud de esta propuesta, ganadora el año pasado del premio del jurado en la sección oficial de competencia Argentina del último BAFICI , es la incompletud al acercarse desde una visión personal y fragmentaria a la poco conocida figura de Néstor Perlongher: un poeta argentino, homosexual, que militó antes y durante la época de la dictadura en defensa de la libertad sexual, por lo que debió exiliarse a Francia y posteriormente a Brasil para luego terminar sus días y morir en la Argentina por padecer el virus del HIV.
Loza no sólo rescata una parte poco difundida de la historia más reciente del poeta, la de la militancia y posteriormente su recaída mística, sin ocuparse demasiado de su faceta artística para concentrarse en un constante juego de interrogantes, representaciones de carácter teatral, recuperación de viejas cartas, canciones y un largo etcétera mixturado con la irrupción de recitados que traen la imagen fantasmagórica de Perlongher, la cual se realza en la constante ausencia a la vez que se desdibuja en un compendio muy bien seleccionado de testimonios de amigos y compañeros. Entre el acopio de voces resuenan las de Fernando Noy, Juan José Sebreli (por citar a los más conocidos) junto al relato de activistas que proporcionan jugosas anécdotas con un aporte de ciertas contradicciones en la figura del artista.
El mérito del cineasta creador de Cuatro mujeres descalzas, más allá de haber logrado este interesante experimento en tan sólo 10 días de rodaje, es que al carecer de material de archivo y fotos reconstruye un personaje como si se hubiera propuesto seguirle los rastros a un fantasma huidizo, que reaparece una y otra vez en las estrofas crudas y burlonas de los poemas de este excéntrico escritor.