Programa doble en Sala Lugones y Malba, con los títulos "shakespereanos" de Matías Piñeiro, celebrado autor del ambiente de la Fuc, el Bafici y alrededores. Quien vive más lejos puede sentirse estafado por tantos elogios que le prodigan, pero sus méritos tiene, empezando por el de la brevedad, ya que presenta un mediometraje de 43 minutos y un largo de 63 (60 es el mínimo establecido).
Otros méritos se relacionan con la habilidad para insertar textos de calidad literaria en diálogos cotidianos de ciertos personajes femeninos, entremezclar obras ajenas, adaptarlas a veces a nuestra forma coloquial, transmitir una frescura general, sorprender al espectador mediante inesperados cambios de planos y figuras conductoras, o cortes también inesperados, e ir mejorando algo de película en película.
En ese sentido, ver ambas piezas juntas (siempre que haya aguante) nos permite apreciar los avances del autor, ya que ambas trabajan sobre el mismo "universo": jóvenes actrices que ensayan papeles de mujeres presuntuosas como ellas, dedicadas a charlas y juegos adolescentes, a veces crueles, para burlarse de sus enamorados, celebración o al menos aceptación del robo y la estafa, vaivenes amorosos que dependen del propio tedio, o de consejos vanos, todo llevando hacia finales medianamente insulsos a través de asertos, casualidades y coincidencias de su pequeño mundo.
Una abreva en "Como gusteis", otra en "Noche de reyes", pasatiempos shakespereanos donde identidades y géneros se confunden, y una mujer se hace pasar por muchachito para que alguien practique en "él" lo que quisiera decirle a "ella", o viceversa. Esos chistes ingleses tal vez nacieron aprovechando la niebla de las islas. Piñeiro los traslada al Tigre, y a un departamento donde dos flacas repiten y repiten los diálogos con acercamientos suspicaces y miradas cada vez más cómplices.
Eso es todo. Por cierto, los excesivos elogios del sector a "diálogos de gran encanto", "experiencia tan disfrutable", "largos, bellos y virtuosos planos-secuencia", "impecable", "fascinante y embriagador", "una puesta en abismo cuidadosamente descuidada" y demás, pueden irritar un poquito a cualquier espectador que haya pagado su entrada.