Policial amargo
Rouge Amargo tiene mucho de policial ochentoso, de esos que en el apogeo del Vhs uno compraba o alquilaba y que de tanto en tanto daban sorpresas. Bueno, este film va por ese lado salvo que no da sorpresas.
Su estructura es simple y concreta, a los 10 minutos ya se nos presentó "la chica" y su desnudez (que en este caso es Emme), el antihéroe o personaje que está por la senda de la redención (en este caso Luciano Cáceres), el malo sin medias tintas (Cesar Vianco quien tiene el perfil perfecto del hombre rudo made in 80´s) y el conflicto. Guión Ok. Cuando el malo malo se encuentra por primera vez con el redimido se da el primer enfrentamiento coreografiado como aquel cine nos enseñó. Como es de prever el malo malo en realidad responde a otro que es aún peor que él ya que funciona con una maldad intelectual y no física, o sea, es el que da órdenes y además ocupa un lugar político. Habrá un enigma y habrá también un giro sorpresivo. Guión Ok Ok.
Esta simpleza podría haberse trabajado para tener suma claridad desde el comienzo y luego habiendo armado el universo del film explotar recursos argumentales o narrativos que empiecen a torcer ese esquema o aunque sea elevarlo a otros niveles. Eso no sucede. Si bien la película no aburre los lugares comunes se hacen cada vez más... comunes, entonces el submundo que se intenta construir; la corrupción, el narcotráfico, la prostitución, los bares de mala muerte, la política sucia, se desfigura quedando bocetos que no transmiten nada emocionalmente.
La decisión estilística consta de un montaje con gran cantidad de elipsis temporales, un manejo de cámara televisivo y una interesante banda sonora. En cuanto a los FX, es llamativo como tanto para los fogonazos, el rebote de las balas como para la sangre se usó un conocido programita de postproducción casi amateur. Este apartado no sólo le saca bastante verosimilitud sino que en más de una ocasión parece un chiste mal contado.
Rouge Amargo usa una estructura de manual a la hora de afrontar el género policial, eso de por sí no está mal, el problema es que en esa búsqueda se toma a sí misma demasiado en serio. Por este motivo la estructura maquetada se convierte en sucesión de clichés y se pierde el núcleo emocional de la historia.