En este film, tres marginales se ven envueltos en el asesinato de un político. Como ya lo hizo en otras ocasiones, Gustavo Cova intenta traducir “al argentino” los géneros americanos, en este caso el policial negro. Si no lo logra es porque aparece la sombra de la política -en general- como fuente de todos los males, y así algunos buenos momentos o la idea argumental de base, bien válida, se diluyen en el intento.