Crónica de una peligrosa rivalidad.
No ser aficionado al automovilismo no presenta mayores inconvenientes a la hora de ver Rush, porque no se trata de una película exclusivamente realizada para los fanáticos de la F1, sino que cuenta una interesante historia verídica que trasciende los límites de lo contextual.
Rush relata la rivalidad de dos eximios pilotos automovilísticos que han arriesgado todo por la competencia, y su director, Ron Howard, lo hace con un sólido despliegue cinematográfico. La fotografía y la edición de la película son espectaculares, e incluso aquellos que no disfruten de las carreras de autos, no podrán menos que asombrarse con el realismo alcanzado en sus imágenes.
El aspecto narrativo de la película, por otro lado, quizás no esté a la altura de su calidad técnica, lo que de ninguna manera quiere decir que sea deficiente, pero Rush es una película que avanza a las zancadas, a veces dejando la sensación de que todo ha sucedido muy rápido. El guion, de cualquier modo, es todo lo bueno que puede ser dada la duración del filme. 2 horas quizás no sean suficientes para desarrollar exhaustivamente a dos protagonistas en forma paralela. Si algo debe destacarse, de hecho, es que a pesar de la restricción de tiempo, el relato logra enfocarse en los detalles más salientes de la historia.
Rush, para los fans de la F1, es una propuesta imperdible. Para el resto de los espectadores, es una muy buena historia de la vida real llevada a la pantalla en forma impecable. Con media hora más de cinta invertida en las historias personales de los protagonistas sería excepcional, pero el tiempo es tirano y los productores de Hollywood odian las películas largas…