la emotiva intimidad de una gloria tanguera
Esta es una película que tiene que ver muchísimo con la música y, en ese sentido, puede ser un buen plan para interesados en ver la parte constructiva del tango desde la mirada de una de las mayores figuras del género. Pero más claramente, es un film de amor filial entre dos personas muy particulares que muchas veces parecen tener vidas guionadas.
Horacio Salgán, con 99 años excelentemente bien llevados, sigue siendo un gran pianista aunque hace rato que decidió dejar de tocar en público; ha sido un renovador, un compositor de los emblemáticos, un referente que ha atravesado épocas y trascendido largamente al tango. Su hijo César Salgán hizo una carrera de piloto en Fórmula Renault, y llegó a hacerse un lugar destacado en esa actividad. Padre e hijo estuvieron distanciados mucho tiempo por cuestiones que no están del todo claras en el relato, pero que ambos cuentan con absoluta naturalidad; incluso cuando por cuestiones de salud el padre tiene que irse a vivir durante un tiempo a la casa de su hijo. César conoció a su padre viendo televisión cuando tenía unos 9 años, porque fue ése el momento, y de ese modo, en que se lo contó su mamá. Desde pequeño tuvo interés por la música, originalmente por el bajo. Pero después llegó al piano y el reencuentro le pegó un sacudón tan grande que está en ese proceso de cambio de rumbo, aunque "yo soy mucho mejor piloto que pianista", dice.
Nacida en EE.UU. y con ya larga residencia en nuestro país, la directora Caroline Neal se sintió atraída por esta historia y se dispuso a contarla en un largometraje. Le costó convencer a Horacio, pero finalmente lo logró y pudo meterse tanto en su intimidad como en los momentos públicos, en ensayos, giras, conversaciones íntimas donde se escuchan chistes viejos o intercambios de pura familiaridad.
La película, concebida como un documental aunque no siga las reglas más convencionales al respecto, tiene una enorme emotividad. Todo es creíble. Todo sucede sin artificios. Es una película querible que puede arrancar una lágrima a más de uno. Es de vista obligada para los fanáticos de Salgán, por su arte y para conocerlo más en lo personal. Y es muy recomendable para ver de cerca una de las tantas maneras que existen de quererse, respetarse y llevar adelante la vida en los vínculos familiares.