No es fácil ser hijo (ni padre)
En una charla que tienen frente a la cámara, sentados uno al lado del otro, Horacio Salgán le dice a su hijo César “vos no tenés que tocar como yo, tenés que tocar como vos”, a lo que César responde: “yo prefiero tocar como vos que tocar como yo”. En esa conversación, que gira alrededor del peso del apellido Salgán, se encuentran buena parte de los dilemas y tensiones de Salgán & Salgán, que aborda el vínculo entre un padre que es una leyenda del tango y que está retirándose, y su hijo, que ha seguido el mismo camino profesional que su progenitor y que ahora, luego de un reencuentro tras un largo tiempo separados, debe continuar su legado, buscando establecer a la vez un rumbo que lo distinga individual y personalmente.
El documental de Caroline Neal va encontrando su tono, su hilo narrativo y su propia personalidad de la mano de la evolución de los protagonistas. En pocos films del género se perciben tanto como en Salgán & Salgán los volantazos que debe dar el relato, su absoluta dependencia de los avatares de sus personajes centrales. Una dependencia que no atenta contra su calidad, porque es una película de afectos, de personas que tienen que ir construyendo -y reconstruyendo- sus vínculos. Y también de tiempos: de ese tiempo perdido, en el que Horacio y César no estuvieron juntos, que hace acto de presencia desde su irremediable ausencia; del tiempo cimentado en la vejez de Horacio, que cobra peso a partir del deterioro en su salud, que crea a su vez una dependencia suya respecto a César que hasta ese momento estaba lejísimo de existir; y del tiempo que nace de las experiencias y la confrontación entre ellas, entre los puntos de vista de Horacio y César tratando de encontrar una instancia de acuerdo y complementariedad.
Hay un acostumbramiento a la cámara por parte de Horacio y César, un empezar a habituarse a ese dispositivo que los espía e interpela, una comodidad que percibimos va creciendo a medida que avanza la relación entre ellos, con el metraje del film yendo de la mano de este factor y diluyendo los límites entre lo documental y lo ficcional, exponiendo las formas en que lo narrativo va hilvanándose frente a nuestros ojos. Salgán & Salgán va evolucionando en sus formas narrativas, en su puesta para seguir a los personajes en sus recorridos, circunstancias y encuentros, y termina redondeando una historia tan universal como conmovedora, que nos interpela en las dificultades afectivas que podemos hallar en los vínculos con nuestros progenitores. Crecer se trata, entre otras cosas, de reconocer al otro, de hacerse cargo de que está ahí, cerca de uno, y del rol que cumple cada uno, lo que significa para el que está enfrente. Y el film de Neal nos lo dice de manera simple, directa y con la honestidad que aportan César y Horacio.