La maratónica tarea que la realizadora Caroline Neal tuvo que realizar, primero para acercarse a los Salgán, y luego para poder condensar en el tiempo de una película las miles de horas que poseía filmadas, son uno de los puntos que pueden verse en el documental “Salgán y Salgán” (Argentina, 2014) documental que no sólo tratará, como se piensa, sobre el legado musical de un padre hacia su hijo, sino que, principalmente, hablará de elecciones y caminos que en algún punto determinarán el presente de las personas, y también su futuro.
Horacio Salgán es una de las leyendas del tango. Supo construir una carrera que tuvo reconocimiento aquí y en el exterior. Pero su perfil reservado, tal vez, haya sido uno de los determinantes para que su carrera no explotara del todo, como quizás sí lo hizo la de algunos de sus contemporáneos.
Entrado en edad, sabe que no puede continuar tocando y a la vez estar al frente de la orquesta típica que manejó durante años, por esta razón desea dejar a César, su hijo, ambos lugares.
Pero entre padre e hijo la relación no es la mejor que se pueda imaginar, mucho menos luego de estar varios años sin hablarse, y de, por necesidad, tener que reencontrarse cada uno con un desconocido frente al otro.
César se mantuvo al margen de la vida de su padre y viceversa, y mientras Horacio siguió de lleno en el mundo de la música, César, tal vez por rebeldía o tal vez por cortar de una vez por todas con los mandatos preestablecidos, se embarco en una aventura de adrenalina en las pistas de carreras, y ante cámaras recuerda con alegría esa etapa y también se asusta del cambio que asumirá cuando ocupe el lugar de Horacio ante la orquesta.
Neal observa, acompaña, escucha, muestra, trabaja una relación con los actores de una cercanía total, pero también en algunas oportunidades se aleja, porque sabe que en el dejarlos interactuar obtendrá más información para terminar de completar el perfil de cada uno.
Horacio mantiene sus costumbres, pese a saber que ya no puede estar solo, resiste ante la insistencia de su entorno por ir a vivir con su hijo. Y César también se quiere preservar, porque sabe que la convivencia podría potenciar algunos conflictos del pasado que ante la no interacción se han mantenido latentes.
Neal bucea en la relación de este padre y este hijo, que por cuestiones de la vida son músicos, pero bien podría estar hablando universalmente de las relaciones filiales y cómo la proyección de los sueños y anhelos de uno pueden determinar a fuego los deseos de otro.
“Salgán y Salgán” trabaja además sobre el sentido de pertenencia a un mundo particular, en el que los egos y la habilidad, tan sólo son una mínima parte de algo mucho mayor y que se manifiesta como la capacidad para superar diferencias en pos de planes comunes.
Pero cuando esas diferencias, irreconciliables en muchos casos, son más fuertes que el amor y que la pasión, y todo se resiente para llevar las relaciones a lugares impensados y que sólo el destino puede hacer virar hacia un mejor lugar.
“Salgán y Salgán” es un filme sobre la vida de unos pocos iluminados, que se resisten al paso del tiempo, pero que saben que en determinado momento de la vida hay que saber dar un paso al costado para poder continuar con una historia en la que la música sólo será la parte ínfima de algo mucho mayor. Íntima y lograda.